John Barsamian, 91 años, soldado estadounidense en la segunda gran guerra, acaba de 
desprenderse en su casa de San Francisco, estado de California, del último secreto que ha guardado celosamente durante los últimos 62 años… El soldado Barsamian, déspues de la guerra agente de fraudes, tuvo la suerte de visitar en la primavera de 1945 el llamado Nido del Aguila, desde el que Hitler siguió buena parte de la guerra. Habían pasado solo diez días desde el suicidio de Adolf Hitler y el bombadeo de Berlin, cuando un grupo de soldados estadounidenses visitó los cuarteles del Furer en los Alpes de Babiera. Allí estaba entre muchos cascotes y por los suelos un globo terráqueo que ahora acaba de vender en subasta el anciano John por 100 mil dólares, cinco veces mas que el valor de salida. Barsamian no ha querido hacerse rico -explica- solo trataba de evitar a sus hijos el engorro de poder demostrar al mundo la veracidad y procedencia del artefacto, un esfera terrestre con signos de metralla enviada en los años 40 a sus padres desde Alemania en un paquete regalo y con una nota en la que les decía que podían exhibirlo en la tienda de comestibles que tenían debajo de su casa diciendo a sus clientes que ese globo terráqueo había sido rescatado del bunker alpino de Adolf Hitler.
desprenderse en su casa de San Francisco, estado de California, del último secreto que ha guardado celosamente durante los últimos 62 años… El soldado Barsamian, déspues de la guerra agente de fraudes, tuvo la suerte de visitar en la primavera de 1945 el llamado Nido del Aguila, desde el que Hitler siguió buena parte de la guerra. Habían pasado solo diez días desde el suicidio de Adolf Hitler y el bombadeo de Berlin, cuando un grupo de soldados estadounidenses visitó los cuarteles del Furer en los Alpes de Babiera. Allí estaba entre muchos cascotes y por los suelos un globo terráqueo que ahora acaba de vender en subasta el anciano John por 100 mil dólares, cinco veces mas que el valor de salida. Barsamian no ha querido hacerse rico -explica- solo trataba de evitar a sus hijos el engorro de poder demostrar al mundo la veracidad y procedencia del artefacto, un esfera terrestre con signos de metralla enviada en los años 40 a sus padres desde Alemania en un paquete regalo y con una nota en la que les decía que podían exhibirlo en la tienda de comestibles que tenían debajo de su casa diciendo a sus clientes que ese globo terráqueo había sido rescatado del bunker alpino de Adolf Hitler.
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