lunes, 21 de marzo de 2011

Obama, maestro de ceremonias

Barack Obama ha tenido que dar la razón a sus mujeres más guerreras. El presidente de los Estados Unidos, enfundado en su traje de comandante en jefe, acaba de autorizar la tercera guerra en la que simultaneamente va a participar su país. Es la primera vez, como tantas primeras veces en su presidencia, que esto ocurre. Ha tardado en deshojar la margarita, algo ya tradicional en la toma de decisiones de un hombre que siempre aboga por el pragmatismo. Obama no cambia, pero si cambian con aceleración las circunstancias. Una semana, solo siete días, han sido todo un microcosmos para las decisiones presidenciales. Aquí te pillo, aquí te mato. Barack Obama ha tenido que actuar como un veterano. con dos años de experiencia. La crisis nuclear en Japón, la guerra de Gadafi en Libia, los sobresaltos reales de Arabia Saudita, la idiosincracia y las decisiones del gobierno de Israel, el viaje latinoamericano y la frontera mexicana, las peleas con los republicanos por el presupuesto y la reforma educativa en Capitol Hill... Si el presidente de los Estados Unidos pone hoy un circo le crecen los enanos. Claro que si echamos la vista atrás, todo puede ser peor o digno de ser mejorado. Desde principios del siglo pasado -era solo el siglo XX- los Estados Unidos han estado metidos en todos los saraos que en el mundo han sido. Desde Teddy Roosevelt, los inquilinos de la Casa Blanca han tenido las maletas hechas para viajar por los cinco continentes. Woodrow Wilson fue el primero en llegar a Europa. Bill Clinton, el último en conseguir ser considerado el presidente del mundo. Barack Obama, después de George Buch y del 11S, aspira solo a convertirse en su maestro de ceremonias. David J. Rothkopf lo explicaba en The Washington Post este fín de semana. Master of ceremonies. Obama intenta sacar nota sin hacer demasiado rudio pero sin ir nunca solo. El unilateralismo y el multilateralismo han encontrado su tercera vía. Las mujeres guerreras como Hillary, Samantha y Susan han inaugurado el modelo. No hay que dar nunca solos la vuelta a la tortilla. La historia ha quedado escrita para siempre en las hemerotecas del periodismo estadounidense. The New York Times fue el encagado de contarnos el pasado viernes la crónica rosa de una decisión, la trastienda de la cocina echando humo. Poco importan los detalles cuando llega una guerra. Clinton, Power, Rice contra Robert Gates y el Pentágono. Todos de acuerdo en el perfil: ataques por delegación y lo más rápido posible. La tercera guerra es la tercera guerra y debiera haberse aprendido de las dos guerra que están en marcha. No hay vuelta atrás porque siempre pasa lo mismo. Sabemos cómo se empieza, pero ni los maestros de ceremonia del mundo mundial son capaces de saber cómo se acaba.

viernes, 18 de marzo de 2011

Burchett vs Fulford

Burchett y Fulford tienen muchas cosas en común, tantas como ninguna. Wilfred Burchett está muerto. Benjamin Fulford, vivito y coleando. La historia del periodismo cuenta que Burchett fue el primer hombre blanco en llegar a Hiroshima después de la bomba atómica. Siempre polémico, Wilfre Burchett se confesaba comunista y viajaba por territorios en guerra con una acreditación del periódico británico Daily Express. El 2 de septiembre de 1945, cuando Japón firmaba la rendición en la cubierta del USS Missuri, el periodista australiano cogió el tren en Tokio para llegar a Hiroshima. Fue el primero en escribir a Occidente lo que vió con sus propios ojos. "Parece como si una apisonadora gigante hubiese pasado por encima y arrasado todo lo que aquí existía. Escribo estos hechos...como una advertencia al mundo". Burchett dio siempre mucho que hablar con su periodismo combativo y casi de trinchera. Murió en Bulgaria en 1982 víctima de cáncer después de pasar por Corea, Moscu, Vietnam... y por casi todas las guerras del siglo XX. Veintipocos años, 1961, llegaba al mundo en tierras canadienses Benjamin Fulford. Muy pequeño, con padre embajador y madre judia, se enamoró de Japón país del que acabó nacionalizándose. Fulford se hizo periodista y descubrió que era en los escándalos donde estaba su negocio. Su video colgado en Youtoube pone los pelos de punta. Si no fuera porque la realidad supera siempre la ficción, Fulford no se comería una rosca. Hoy tiene un blog que alimenta con la curiosidad de sus lectores a la rica cuota de 8 dólares al mes. Pedir confirmación a sus historias es otro cantar, aunque solo ha sido condenado en una ocasión por calumnias. A 18 de marzo no se sabe que haya cogido tren de Tokio a Fukushima o un avión a los Estados Unidos . Fulford tira la piedra y esconde la mano. Claro que una máquina de hacer terromotos en Alaska y propiedad del High Frecuency Active Auroral Research Program (HAARP) si debiera merecer un desplazamiento.

jueves, 17 de marzo de 2011

... con dos cojones

Un amigo diplomático decía que el servicio exterior español era como un coche. Presumía de servir a los intereses patrios -decia él- desde un seiscientos muy apañadito. El coche se cuidaba y mantenía con esmero hasta la llegada de una ministra que decidió cambiar de modelo. El 600 de toda la vida dejó de ser el coche funcional y todo terreno para convertirse en un híbrido de última generación. Entonces, decía el diplomático, empezaron los problemas y los quebraderos de cabeza. Los coches de antes -se quejaba mi amigo- eran como carromatos a usar toda la vida. Los coches de hoy son otra cosa, por eso España se está convirtiendo en campeona de desguaces. Esta política ni es buena ni mala, solo que es diferente. Las autopistas del mundo son cada vez mas veloces, por eso las limitaciones de velocidad de las que ahora sabemos tanto nos salvan la cara. Si aceleramos mas de la cuenta el agente Europa nos enseña el recetario de las multas. Pero ese no suele ser el problema. Lo curioso, en política exterior española, pasa por conseguir que los que van dentro del coche -los españoles con decisión- se pongan de acuerdo en la marcha a desarrollar y en la marca del vehículo que sale del Palacio de Santa Cruz. Si las relaciones con el mundo mundial son asunto de gran calado, cómo deberían preocuparnos las apariencias. Esas cosas que se ven pero que a veces no se sienten sino fuera porque se sufren. Hace unas horas un consul español en un país extranjero escribía esta carta literal.

Queridos compatriotas:

Como Vds. saben, desde hace ya unos años, y por motivos de seguridad en los elementos biométricos de los nuevos pasaportes, pese a que la solicitud de renovación de los mismos se haga en las Oficinas Consulares, la expedición de las libretas se hace en los Servicios Centrales en Madrid. Cada día se recibían en los Consulados por medio de diversas agencias de transporte urgente las libretas que Madrid iba expidiendo, en un plazo de entre ocho y diez días respecto a la fecha de solicitud en ventanilla.

Por motivos de ahorro, el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación acaba de informar a todas las Representaciones Diplomáticas y Consulares de España en el extranjero que, a partir de la fecha, los envíos de las libretas de los nuevos pasaportes se hará por valija diplomática en lugar del hasta ahora servicio de correo urgente. Teniendo en cuenta que las valijas diplomáticas tienen, también desde la fecha y por idénticos motivos de ahorro, una periodicidad quincenal, la recepción de los nuevos pasaportes estimamos podría demorarse en un mes/ mes y medio desde la fecha de solicitud en ventanilla.

Dado que en los meses previos a los veraniegos se producen mayores solicitudes de renovación de pasaportes por parte de Vds., se recomienda que se hagan con la debida antelación respecto a sus planes de viaje. A falta de práctica consolidada, dado que la medida ha sido anunciada ayer, un plazo de un mes/ mes y medio podría ser el de demora.

Al tiempo que se les comunica lo que antecede para su información y efectos oportunos, les saluda muy atentamente, ..... Consul General de España en ....

Sin comentarios... pero Dios me libre de tener que pedir un pasaporte español en el extranjero y esperar que me lo envien por valija biométrica porque no tenemos ni para sellos. Dos y dos son cuatro y si no quieres taza, tazón y medio. Así se gestionan las cosas de España, con dos cojones.

viernes, 11 de marzo de 2011

11M, siete años

Hace siete años escuchaba desde Washington un informativo llamado España a las 8 que se convertía en especial por el atentado (atentados) en los trenes de Atocha. Cuando clareaba el día en la capital de los Estados Unidos -cuatro horas después de la masacre- recibía la llamada del embajador de España. Javier Rupérez era tajante: ha sido ETA. Después, a mediodía, la CIA y los servicios de inteligencia estadounidenses decían otra cosa. Tiene visos de ser un atentado con la firma de Alcaeda. A esa hora, Radio Nacional de España daba la noticia. Luego recibí la orden de callarme y no volver a recordarlo. El 11M no fue ni será nunca un atentado terrorista con solo víctimas. Fue y sigue siendo un atentado con mucha política y con muchas consecuencias que todavía no se han acabado de corregir. Leo en estas horas comentarios y muchos interrogantes pero -después de años y pasadas otras elecciones generales- me pregunto cómo los españoles no salimos a la calle para proclamar que no nos traten como a tontos. Tontos como fuimos el 11M, sin parlamento porque era casi jornada de reflexión, sin poder decir lo que politicamente debía o podía decirse, sin casi capacidad para hablar sino hablaba el gobierno que estudiaba cómo gestionar una crisis sin contar con nada ni con nadie. Por qué no un gabinete de crisis, por qué no una llamada a los líderes políticos que colgaban de los carteles publicitarios pidiendo votos a la ciudadania y a los que nunca no se les ocurrió una foto unitaria y urgente de condena. Aquel 11M de hace siete años debería habernos enseñado muchas cosas para corregir en el futuro. La más importante pasa por no hacer del terrorismo una moneda de cara o cruz. Si es ETA gano yo, si alcaeda ganas tú. Lo urgente sería no quitar la voz a los representantes del pueblo porque sea casi jornada de reflexión. Dar a los ciudadanos la capacidad de ser mayores de edad para decidir que leer o escuchar antes de votar. Incluso en las puertas del colegio electoral como pasa en paises a los que crucificamos sin conocer. Dejar que las radios y televisiones públicas se olviden de repartir minutos constitucionales en los que no cuentan los del gobierno de turno, ni los que les ayudan a esconder sus vergüenzas... Somos todavía tontos para no mirar al futuro con mas esperanza y exigir que torpezas pasadas no puedan volver a repetirse. Las victimas se merecen nuestro homenaje, nuestro recuerdo, nuestro respeto pero si aquellos desalmados que les quitaron la vida mañana vuelven... podrán reirse de nuestra democracia como se rieron hace siete años. Hace unos cuantos meses me dieron una sorpresa todavía más siniestra. El presidente Aznar aquel día 11M de hace siete años nunca quiso hablar ni recibir al jefe de nuestro espías. Todavía más, el hombre que controlaba y mandaba a nuestros servicios de inteligencia solo fue recibido en el Palacio de la Moncloa en una ocasión. Fue cuando le pidieron que dejase la embajada de Marruecos para hacerse jefe del CSID. Algunas cosas no tienen ni pies ni cabeza. Lástima porque con el terrorismo deberíamos hacer pocas bromas.

jueves, 3 de marzo de 2011

Raseros para medir

La escandalosa y continuada subida del precio de los combustibles nos quita el sueño desde hace unas semanas. Los más agoreros se han atrevido a insinuar que de aquí al verano el precio del barril de crudo estará pagándose a unos 200 dólares. Los más optimistas, el jefe de la banca estadounidense entre ellos, confian en que los grifos de la OPEP se abrán antes de tamaña tropelía. Los ciudadanos del mundo están divididos en dos mitades. Los unos, mientras se mueren de hambre, salen a las calles rezando para que no les caigan encima las bombas de los dictadores. Los otros, se los miran y hasta se solidarizan con esa mano tendida que más que dar parece que pida recuperar la espita perdida. Unos pocos tienen el petroleo y la revolución en casa. Otros se manejan con la crisis y hablan de alternativas enérgicas con las que ya han conseguido encarecer alimentos de primera necesidad. No hay nadie capaz de ponerle el cascabel al gato. Un atrevido gasolinero estadounidense preconiza a su estilo un remedio tan elemental como práctico. Al mal tiempo, buena cara. Es un truco, pero con la que está cayendo vender duros a una peseta levanta el ánimo aunque sea mentira. Tan mentira como saber que la peseta ya no es moneda de cambio y que el euro sigue ganando batallas al todopoderoso dólar. No hay recetas maravillosas, ni tan siquiera cuando el gobierno de turno dice hacerse el araquiri en aras del ahorro. Nadie ya se chupa el dedo, tal vez porque hoy es más caro que ayer el papel con el que secárselo. Una solución pasa por cambiarse de gafas. Lo acaban de hacer la Fundación de las endeudadas Cajas españolas de Ahorro (FUNCAS). Su estudio es tan práctico como esperanzador. Si el paro español estuviese a punto de alcanzar la cifra record de cinco millones de cruzados de brazos, la madrileña Puerta del Sol sería un arrabal de la Plaza de la Liberación egipcia. La conclusión es de cajón y me recuerda a la ocurrencia del gasolinaro estadounidense: en España hay cuatro millones de puestos de trabajo que no están declarados para consuelo de todos.