martes, 20 de agosto de 2013

Yes, we can

 Tener perrro es nueva obligación que gustan echarse al hombro  los últimos  presidentes de los Estados Unidos.  Barack Obama, no iba a ser menos. Desde hace unas horas, no uno sino dos perros de agua portugueses acompañan las correrias de la primera familia estadounidense. La perrita Sunny,  alegre y simpática, es la nueva compañera de Bo y también la invitada a desdramatizar las muchas decisiones que toma en el despacho oval su ilustre dueño.
   La cara de Sunny lo dice todo. Es la perrita encargada de engalanar el segundo mandato de un presidente. Llega a la White House después de unas vacaciones de verano y antes de que Malia y Shasa regresen al colegio. Sunny  tiene  que adaptarse con rapidez. El entorno no es ni mucho menos tranquilo. Ella lo sabe,  tiene el pelo negro y está dispuesta a llevar con resignación y algún que otro ladrido la que le ha caido en suerte.
   Los perros de aguas portugueses que viven en la Casa Blanca son tan especiales que sus pelos no producen ningún tipo de alergia. Están capacitados para correr junto a sus dueños sin necesidad de llevar correa al cuello.  Juegan solos, incluso a tenis, aunque la cancha no sea otra que la alfombra del primer despacho de presidentes. Soportan piropos y caricias y están siempre preparados para salir en las fotos. No juran, pero tampoco son tan infieless como para contar los secretos de estado al primero que les pregunte.
   Bo y Sunny, como antes las muchas mascotas que dejaron rastro en la Casa Blanca, son perros de estado y se les nota. Saben adaptarse a las circuntancias sea quien sea la visita. No tienen que ser educados para la misión que se les encomienda. Su tarea pasa por cosechar votos demócratas,  como antes otros se ganaban simpatias republicanas. Sunny ha llegado de salida, pero no importa…  Sus caracteristicas, como las que tiene su compañero Bo, son  nadar y guardar la ropa. Una máxima que siempre casa con el recordado y  nunca olvidado ¨ Yes, we can¨.

jueves, 15 de agosto de 2013

Una foto... y no en Egipto

    Siempre nos han dicho que una imagen vale más que mil palabras. Es verdad, salvo que las palabras vayan acompañadas de la emoción, el color y los sabores que solo son capaces de envolver el mundo del sonido. Las imágenes recientes de los mandamases estadounidenses en  tiempo de vacaciones son buena prueba de ello. Se quedan en imágenes, pero si a ellas se suma el comentario  -por no decir ya el sonido de las crónicas radiofónicas que llegan ultimamente desde el Oriente Medio- la imagen acaba convertida en pura anécdota de andar por casa.
   Obama jugando al golf y poniendo morritos mientras acompaña a una sola pierna la caida de la bola en un hipótetico hoyo que no vemos es buen ejemplo de hasta dónde puede dar de sí la imaginación que no sale en las fotos. Es a partir de esa imagen congelada, hasta rídicula por la falta de movimiento, donde el sonido, la radio llega a convertirse en caja de resonancia. Las palabras son finalmente las que acabarán transformando la imagen en historia.
      La prueba del algodón pasa por recordar esas fotos que por repetidas son parte inconsciente de nuestras vidas. No importa que no hubiésemos estado allí para poder contarlo en primera persona. Nunca hemos llegado a pisar la luna, por ejemlo, pero mas de una vez hemos cerrado los ojos y nos hemos imaginado  en medio de ese descomunal silencio sonoro en el que por vez primera un hombre dejó  huella que bautizó como  ¨ gran paso para la humanidad¨.
   Todo buena imagen que llegue a conseguir el calificativo de hablar como mil palabras tiene sin quererlo algún sonido incorporado para darle esa fuerza  imprescindible. El presidente Obama necesita del ruido para hacernos creible un golpe maestro. Lástima, sinembargo,  que los maestros del golf no levanten ninguna pierna cuando se juegan en el green el golpe decisivo. Cuestion e imágen para cambiar una vida, para escribir una historia,  para marcar diferencias…
    La foto que Jacquelyn Martin hizo para la agencia Associated Press y public el Washington Post es una foto genial que necesita de palabras. Sí, es el presidente de los Estados Unidos en estado puro. Sin necesidad, como otros, de poner las piernas sobre la mesa para ser mas señores y hablar de tu a tu con sus pares.  Obama solo juega al golf y lo hace como un aficionado que aprovecha sus vacaciones de verano para hacer algo que le gusta. Obama no lo hace del todo bien a lo que se ve. Hasta para algunos, pudiera estar haciendo el ridículo. Claro que el verdadero ridículo es hacerlo hasta bien,  cuando hay un Egipto incendiado y en la radio dicen que en solo veinticuatro horas la represión –lo que algunos mandamases estadounidenses llamaron paso hacia a la libertad- ha llegado a sumar más de quinientos muertos. 

miércoles, 7 de agosto de 2013

Venta de primera plana

        Estos dias se han acabado de romper los más avezados manuales de la comunicación. Han saltado por los aires todos los esquemas, todo lo que de alguna manera se venía fraguando desde años atrás. La noticia a toda página es que un hombre ha terminado mordiendo a un perro. Sí. como suena. ¨Grahams to sell The Post¨.  Un titular a toda plana –las ocho columnas del PERIODICO de la capital federal de los Estados Unidos- consiguiendo desmentir para siempre esa premisa que no permitía nunca titular con todo contrario. 
        Jeff Bezos, millonario creador del emporio Amazon, ha dedicidido en menos de teinta dias comprarse un periódico de marca universal.  No ha tenido que ahorrar toda una vida, para eso a veces solo basta con vivir en el llamado pais de la oportunidades. Y sin pensárselo dos veces, cuando un Grahams llamó a su puerta, tiró de billetera y se gastó en un visto y no visto la friolera de 250 millones de dólares.
         El negocio es redondo a decir de amigos y familiares de la tinta impresa. Sus futuros asalariados –da la vuelta por medio mundo la carta abierta del comentarista Rene Weingartenhan confensado que nunca llegaron a pensar que el Post fuese vendido y adquirido por tan solo el 1 por ciento del que imaginaban su valor nominal. Claro que una cosa es soñar y otra vender periódicos por mucho lustre e historia que puedan lucir a sus espaldas, incluido el Watergate y la dimisión de un presidente.
        Bezos vuelve a poner sobre la mesa la imagen del rico que compra un juguete… Ya no es que la decimonovena fortuna del mundo Forbes se gaste en el Post lo que puede ganar en tres dias.  Lo que de un tiempo a esta parte se esta poniendo en evidencia es el futuro de la prensa escrita.  En el país del impresor Franklin el papel para consumo de información, las redacciones buscando exclusivas, la libertad para la circulación de ideas y opiniones, hast alas letras mayusculas de la Libertad y la Democracia empiezan a tener menos valor que un rollo de papel higiénico.
  Hace solo dos lustros el Washington Post repartía anualmente más de 100 millones de dolares en benefiicios con poco mas de 700 mil periodicos en la calle. En el pasado ejercicio –con menos de medio millon- llegó a sumar unas deudas de 53 millones y eso a pesar de recortes y despidos por doquier. Los grandes proyectos del Post se convirtieron en tan solo pequeñas tablas de salvación. Nada ha funcionado como los hijos y sobrinos de los Grahams habrián querido… Nada salvo el milagro de encontrar a un millonario para verderle la esperanza de reflotar un barco insignia que se hunde después de los duros reveses de Internet.

   La venta del Washington Post vuelve a dejarnos en la paradoja de saber hasta dónde llega el optimismo o el pesimismo de cada cual. Ya no es dogma de fe la innovación que mueve montañas y abre puertas a reinos desconocidos. La suerte del mañana pasa por escribir una hoja de ruta credible desde el presente. Bezos tiene que demostar que no todo lo compra el dinero, aunque sea siempre esa plata la encargada de ayudaros a esperar la visita de la felicidad. Por ahora, en el Post, los Grahams han dejado clavada la bandera de la esperanza.  Ya es bastante cuando han ofrecido su propio ¨araquiri¨ aún a costa de hacernos pensar que 250 millones de dólares son simple calderilla.