Eramos pocos y sigue la fiesta. Los informes de la inteligencia israelí en los que se asegura que Siria recibe ayuda nuclear de Corea del Norte dividen a la administración Bush, enfrentan de nuevo al vicepresidente Cheney y sus halcones con la secretaria Rice y sus aliados. El presidente se los mira y de momento calla, el ministro de la guerra Gates –que ya no es Runsfield- se inclina por la cautela como sus servicios de inteligencia. Israel lanzaba su ataque particular contra Siria el pasado septiembre. Diplomáticos turcos –dice The New York Times- recogieron de primera mano la queja Siria: no tenemos ningún programa nuclear y lo único que los israelíes destruyeron fue un almacenamiento de misiles estratégicos. El pasado dos de octubre un desayuno de trabajo en la Casa Blanca recuperaba la cuestión. Christopher Hill, el negociador estadounidense en Corea del Norte, explicaba sus experiencias y recibía nuevas instrucciones. ¿Se puede confiar en Corea del Norte? ¿Debe darse por bueno el trabajo de la inteligencia israeli? Detrás de las preguntas y de sus posibles respuestas quedan por delante compromisos más que delicados: organizar la nueva cumbre de paz sobre oriente medio el mes próximo y cerrar y ratificar el acuerdo nuclear alcanzado con Corea del Norte.
miércoles, 10 de octubre de 2007
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