Incendios de difícil control en el sur de California, estado en el que viven 23 millones de estadounidenses y donde los vientos huracanados han provocado que ciudades tan distantes como Los Angeles o San Diego, bosques y zonas residenciales tan exclusivas como Malibu –con casas y propiedades que pueden superar los tres millones de dólares- sean pasto de las llamas después de un domingo aciago por las altas temperaturas, la humenedad, y esos vientos que con velocidades superiores a los 90 km/h y que llaman de Santa Ana, impiden a los bomberos controlar llamas fuera de control. El gobernador, Arnold Schwazenegger ha declarado estado de emergencia en el estado de California, donde hay que lamentar ya un muerto, diecisiete quemados graves, centenares de casas destruidas, kilómetros y kilómetros de bosques y pastos devastados, miles de personas -10 mil casas- obligadas a evacuarse con urgencia y –lo peor- lenguas de fuego que amenazan con diferentes y desiguales frentes localidades como Orange, Riverside, San Bernardino, Santa Barbara o Ventura y todo de momento sin posible control.
lunes, 22 de octubre de 2007
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