George Bush pide de nuevo la palabra. La intención es explicar en el departamento de estado la que será la nueva política de los Estados Unidos a seguir con Cuba. Nueva, solo entre comillas, si tenemos presente las muchas presiones ye influencias que de parte del exilio y concretamente desde La Florida reciben las administraciones estadounidenses. El presidente hablará desde el salón Benjamin Franklin después de saberse que Fidel Castro le ha escrito esta semana una carta que líder cubano se ha encargado de hacer publica y no precisamente por repetir como cuando era niño, su intención de que un presidente de los Estados Unidos le hiciera llegar un dólar de los de antes. George Bush dirá en su alocución que es hora de que los cubanos se hagan dueños de su destino pero no tiene –parece- ninguna intención de animar a una rebelión que llegue mas haya de la necesaria transición pacifica de un régimen comunista hacia una sana democracia. Condolezza Rice le presta posesiones, su ministerio, aunque un poco antes –en una hora escasa, aquí las nueve y cuarto- la examinan en la cámara de representantes –en la comisión de asuntos exteriores- sobre sus planes para el Oriente Próximo y en particular –es de suponer- de sus ideas para la cumbre de noviembre en Annápolis con Palestina e Israel como protagonistas.
miércoles, 24 de octubre de 2007
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