La pena de muerte –tan legal como la vida misma en 37 de los 50 estados de la Unión- sigue siendo en los Estados Unidos un castigo al que pueden recurrir doce hombres buenos –un jurado- a quien solo hay que convencerle de la mas grave culpabilidad de un reo. El tribunal supremo que tambien es el tribunal constitucional en este pais ha examinado en diferentes epocas la viabilidad de un castigo que sea con horca, fusilamiento, silla eléctrica o inyección letal no ha dejado nunca de levantar serias dudas y apasionadas polémicas. Este miércoles, sin ir mas lejos, el Tribunal Supremo tendrá que entender sobre el caso que plantea un ciudadano mexicano que en el pasillo de la muerte, desde su condición de culpable, alega desde siempre indefensión y abuso de ley al no haber podido contar con el asesoramiento legal como ciudadano extranjero de su embajada en los estados unidos. Como José Medellín, que lucha por salvar su vida contra el estado de Texas hay en este país otros 50 compatriotas del reo a los que puede afectar mañana – de una u otra forma - la decisión del supremo. La maquinaria legal para aplicar la pena de muerte en los Estados Unido sigue sin embargo ajena a los sobresaltos nacionales o internacionales. Pedir una moratoria en este país de la máxima pena es pedir casi un milagro a pesar de que en alto tribunal debe entender ahora recursos sobre la crueldad y vejación humana que se alega llevan aparejadas una electrocutación o una buena dosis de barbitúricos aplicados en vena con una inyección letal. Los partidarios de la pena de muerte siguen siendo mayoria en los Estados Unidos, donde para oidos extranjeros resultara extraño saber que el arzobispo católico de Minnesota es capaz de no dar la comunión a un presidenciable candidato abortista como Rudy Giuliani -o hace cuatro años John Kerry- y no decir nada que no sea “eso es otro cantar” cuando se le interroga como cristiano sobre la pena de muerte.
CASO MEDELLIN
El Tribunal Supremo –tambien aquí Tribunal Constitucional- vuelve sobre sus pasos, la pena de muerte en los estados unidos es siempre un asunto con muchos flecos pendientes, mas en este miércoles que Europa toca arrebato y que aquí el tribunal de tribunales tiene que decidir dar solución al recurso que el mexicano José Medellín ha presentado como sentenciado a muerte contra el estado de Texas. Medellín salvado por la campana de morir con una inyección letal, alega que como extranjero en los Estados unidos no pudo disponer como es preceptivo del auxilio jurídico de su embajada. La decisión del Supremo puede cambiar su suerte, como la de medio centenar de sus compatriotas que esperan el día de su ejecución en cárceles estadounidenses. La pena de muerte, por desgracia, está vigente en 38 de los 50 estados de la Unión y pensar que una moratoria –como la que se solicita desde Europa- será algún día realidad en este pais sigue siendo algo más que creer en los milagros. Lo mas que se ha conseguido recientemente es que el Supremo coloque entre sus asuntos pendientes estudiar si la silla eléctrica o la inyección letal es un procedimiento cruel e inhumano que atenta contra la dignidad del individuo. La solución esta todavía por llegar pero entre la ya larga lista de presos sentenciados a muerte no faltan quienes piden voluntariamente cumplir su sentencia y que otros acaben cuanto antes con su vida en una sociedad que mayoritariamente todavía sigue apoyando la pena capital.
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