George Bush lo tiene crudo. La opinión pública está cansada de guerra y la nueva mayoría demócrata del congreso no está por aplaudir más de los mismo. El presidente quiere ofrecer esta noche una nueva estrategía para Irak basada en la confianza, pero en un gobierno iraki al que desea transferir en noviembre la seguridad de un país en el que todavía es imposible detener la inestabilidad y la violencia. Los demócratas, como Kennedy, ya han dicho en alto que están dispuesto a impedir el anunciado propósito presidencial de enviar más soldados y más dinero. George Bush mueve ficha. Antes de esta noche,-las televisiones reservan la hora estelar de la nueve para la comparecencia de 25 minutos- reunirá en la casa blanca a los líderes legislativos, los mismo que ya dicen están dispuestos a llamar a capítulo para hablar de Irak a toda su administración –mañana mismo a su nuevo secretario de la defensa Robert Gates y a la secretaria de estado Condoleza Rice- advirtiendo que utilizarán la presentación de resoluciones para aplazar la ejecución del plan. Asi las cosas, a nadie se le escapa que Irak –a falta de nuevas ideas o de mejores alternativas- puede seguir siendo para los Estados Unidos un atolladero de difícil solución.
LOS DEMOCRATAS SE LA JUEGAN
Los demócratas tienem que digerir el éxito y el presidente debe haber aprendido la leccion que le dieron las urnas. La nueva estrategia para Irak puede convertirse en el pistoletazo de salida de las elecciones del 2008. Largo me lo fiais, pero la prueba del algodón esta en todos mentideros políticos. El senador Kennedy ha colgado este titular en los medios de comunicacion. Irak es el Vietnam de George Bush pero puede ser la cruz tambien del partrido demócrata que parece a veces mas una coalicon que un bloque dispuesto a defender ideas comunes. Hay quienes piden pisar el acelerador, abrir hasta un proceso politico al presidente. Pero entre los demócratas, futuros aspirante a la carrera presidencial como el senador Biden prefieren bajar el pistón, y llamar audiencias e interrorgatorios a responsables del ejecutivo. A Goerge Bush le queda la palabra, pero ya hay quien apuesta a que se guarda un comodín en la recamara. Si aceptase la dimisión por motivos de salud del vicepresidente Richard Cheney, la sucesión y el relevo abriría definitivamente la carrera electoral que haría verdad la necesidad de salir cuanto antes del atolladero iraqui.
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