jueves, 30 de agosto de 2007

Virginia Tech, salvar las apariencias

La dirección de la Universidad Politécnica de Virginia pudo haber salvado muchas vidas el 16 de abril si hubiese actuado con celeridad, después de que el surcoreano Cho protagonizase los primeros disparos en los dormitorios y dos horas antes de encerrarse en el edificio universitario en el que firmó una matanza en la que perdieron la vida –junto con el- treinta y tres personas. Esta es una de las 21 conclusiones -la más grave- que se dará a conoce con detalle en las próximas horas. “Advertir a los estudiantes, facultad y profesorado podría haber marcado la diferencia (...). Cuanto más clara y temprana fuera la alarma, más posibilidades tiene una persona de sobrevivir" son frases textuales de un informe que en cuatro meses -y resumido en cuatro folios- han elaborado ocho personas supuestamente independientes a las que había encargado la investigacion el mimísimo gobernador de Virginia, Timothy Kaine, quien de nuevo y de forma inmediata anoche ha eximido de toda responsabilidad al presidente de la institución y al jefe de policia de Virginia Tech. La vida sigue

EL NEGOCIO, LOS DOLARES Y LA UNIVERSIDAD
La vuelta a clase –hace solo diez días, el campus de Virginia Tech recuperaba todo su esplendor- ha estado marcada por el recuerdo y la mala suerte. Una fuga de gas en los dormitorios obligo a evacuaciones urgentes y a ver de nuevo muchas ambulaciones por esa exclusiva comunidad universitaria donde no falta de nada, es una mini ciudad muy productiva. Precisamente por esa razón, muchos estudiantes piensan que se echa arena sobre lo ocurrido. No digamos ya los familiares de las victimas, que siguen preguntándose por las razones y la inestabilidad que de siempre había dejado traslucir el asesino. Cho –presentado como surcoreano- es un estadounidense con todas las consecuencias, un estudiante que recibió plaza como tal en un centro universitario que se olvidó de investigar antecedentes
, que nunca trató como correspondía a un enfermo que iba anunciando a voces sus intenciones, y que siempre se dedico –autoridades académicas, presidente, rector, decanos y ejecutivos- hacer realidad su deseo irrefrenable de presentarse como un centro universitario internacional y muy competitivo. Una masacre es lo ultimo que hubiesen pedido esas autoridades académicas empeñadas en buscar subvenciones millonarias por los cinco continentes, ver y exigir a sus catedráticos contratos suculentos como los que ya tiene con el Pentagono y animar a sus profesores a publicar trabajos por medio mundo para conseguir –como lo hicieron en solo veinticuatro horas, y con la presencia del mismísimo presidente George Bush- exonerarse de toda culpa que pueda relacionarles con la tragedia. Prevaleceremos, decía la jefa de estudios la profesora Niki, somos Virginia Tech provocando un riada de aplausos.

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