lunes, 27 de agosto de 2007

Buhs&González, final de trayecto


George Bush ha soportado este fin de semana el adiós de otro colaborador y amigo cercano. Alberto González, 52 años, fiscal general de los Estados Unidos, cargo asimilado al de ministro de justicia con muchas competencias de interior, presentaba el viernes su renuncia telefónica que hacia efectiva personalmente ayer, en el rancho tejano del presidente, aunque precisaba que será efectiva el próximo 17 de septiembre. Bush lamentaba la dimisión de un hombre integro –decía- añadiendo en una breve declaración que es trite que Gonzalez haya visto arrastrado su nombre por el fango, solo por razones políticas. Alberto González, presentado por Bush como uno de los colaboradores más eficaces en la guerra contra el terror, ha sido acusado de perjurio por el Congreso, donde los demócratas han criticado siempre su tendencia a producir leyes que han puesto al limite los derechos individuales mientras ejercia su cargo de una forma tan partidistas que recientemente provocaba la dimisión de ocho fiscales poco afines a sus principios.
NI EL PRIMERO, NI EL ULTIMO
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Alberto González ha tirado la toalla, ha presentado la dimisión como fiscal general de los Estados Unidos y ha dejado al presidente Bush un poco más solo ante el peligro, preocupado por saber que son tiempos difíciles –decia- donde el nombre de uno puede ser arrastrado por el fango y provocar las renuncia de un hombre integro como Gonzalez. Bush ha vuelto a elegir acusar a los políticos del nuevo golpe que soportará con resignación. El adiós de González llega una semana después de la despedida-sorpresa de su
asesor Karl Rove y se convierte en una salida urgente para un amigo y colaborador leal a quien se le había ido estrechando el cerco. González –en una muy breve comparecencia donde no admitía preguntas- explicaba un proceso que había empezado meses atrás y que terminaba con una llamada telefónica el viernes y una despedida personal en el rancho tejano del presidente hace unas horas. González –hasta el 17 de septiembre en el cargo- será sustituido temporalmente por el abogado general Paul Clement, un hombre de 40 años a quien Bush nombraba para su cargo en julio del 2005. La clase política –en especial los demócratas- siguen fieles a los que fueron siempre sus argumentos en los que llegaron a acusar de perjurio al dimisionario fiscal general. Mientras el presidente alababa los trabajos de González en leyes que han ayudado y ayudan a la guerra contra el terror, los criticos a González recuerdan que en su animosidad ocho fiscales federales se hasta visto a presentar su dimision, mientras que la polemica ley de escuchas telefonicas ha seguido aplicándose sin necesidad de encontrar antes y para su aplicación el beneplácito y la autorización de los jueces.

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