La crisis salta hasta la antesala de los Oscar. Llega el gran día de la única gran Academía y ellas y ellos tiemblan por miedo a quedarse con las ganas. Una cosa son las estatuillas, la otra más importante es conseguir que los televidentes se queden enganchados a una gala que cae en picado de año en año. Este domingo, por si eran pocos los problemas, las espantadas están de moda. Los grandes de la pantalla grande, por fortuna solo un puñado cuando las estrellas son tantas en el firmamento, se han hecho los remolones y miran hacia otro lado. Jack Nicholson, Nicole Kidman, Angelina Jolie, George Clooney o Kate Winslet son algunos en dar la espantada como respuesta. Es la otra cara de la moneda en la gala que todos quieren sea la oportunidad de oro para Penélope Cruz, aunque es ella la primera en decir no hacerse ilusiones porque las quinielas son siempre una caja de sorpresa. El fin de semana acabará siendo un fin de semana de película. Los confidenciales son además un buen caldo de cultivo para saber entresijos sociales que no han pasado desapercibidos para quienes quieren hacer de los Reyes de España embajadores de postin. La gala en el Hotel Biltmore de Miami ha pasado de ser una fiesta gastronómica de altos vuelos a una tumultuosa crónica social. Son gajes del oficio, donde un gobernador republicano y un cocinero de origen italiano tuvieron que ver como un anfitrión y amigo, Jose Andrés, se vió obligado a dejar las cosas de donde nunca debieron salir. José Andrés bajo de los cielos en los que vive en su restaurante The Bazaar, cuatro estrellas de la crítica gastronómica angelina antes del reparto de los Oscar, para dejar bien claro el mundo en que pisamos: "Este es el efecto que tienen la comida y los vinos de España: Levantan el espíritu''.
sábado, 21 de febrero de 2009
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