Felicidades, presidente. Abraham Lincoln cumple doscientos años (1809-2009) . El decimosexto presidente de los Estados Unidos ha vuelto a nacer. La historia y los historiadores estadounidenses, con la ayuda de Barack Obama y con la que ha sido en estos últimos años la reconstrucción de lincolandya, han hecho el resto. Este jueves cientos de miles de personas se unirán para leer de costa a costa, del eterno norte al sempiterno sur, el que fue uno de los discursos más importantes de la vida y milagros de esta nación. No hace doscientos años, los que hoy cumpliría Lincoln, en la ciudad guerrera y campo santo de Gettysburg, el presidente de un país dividido y ensangrentado declaraba el final de una contienda que todavía duele en el profundo ser de la nación más poderosa de la tierra. Los revisionistas han sacado ahora de nuevo los cuchillos para diseccionar los supuestos pensamientos y voluntades de un presidente a quien un asesino consagró para siempre. Lincoln ha pasado a la historia como padre del estado federal en el que la lucha contra la esclavitud y los derechos civiles se antojaban en logros de un futuro lejano. A Lincoln le quitaron la vida en la platea de un teatro (1865) mucho antes de que pudiera ni tan siquiera dibujar la antorcha llamada libertad. Ahora se lo echan en cara, le llaman algunos aprovechado y hasta mandamás en un intento desesperado de arrebatarle banderas y liderazgos. A Lincoln le han utilizado siempre, la derecha y la mas derecha y hasta los que se creían izquierda y aguantaban la caza de brujas como peligrosos comunistas. Hace solo dos años, un senador llegado hoy desde el estado de Illinois a la Casa Blanca, conseguía vestir de nuevo la imagen y figura del presidente que hoy cumple 200 años. Su aniversario ha servido y sirve para conocer sus logros y milagros, pero tambien sus miserias. Superar el bipartidismo, hacer caja en un país devastado por la contienda civil, dar una vuelta de tuerca al campo y a ese algodón que todavia crecía en la ultima campaña electoral mientras se apagaban los ronquidos de motores en la populosa Detroit son argumentos suficientes para subir a Lincoln al más fastuosos pedestal que todavía hoy preside el Mall de Washington. El cumpleaños de uno de los presidentes mas laureados y reconocidos llega por eso en el momento más oportuno, donde las necesidades de victoria se multiplican en los más variados frentes. La economía y la guerra han vuelto a ir de la mano. Ayer fue el norte y el sur, ahora y en este mundo globalizado los puntos cardinales han saltado en mil pedazos. Un epicentro de lo que ha pasado ha quedado situado en Springfield, hay alli una tumba, un montón de casitas reconstruidas y un museo que recuerdan cuán de película puede acabar siendo la Historia según quien sea el encargado de escribirla.
miércoles, 11 de febrero de 2009
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