La transparencia esta en la red. Las promesas de Obama se siguen al milímetro, tienen su cuenta particular de resultados. El presidente había dicho hace unos días que los ciudadanos iban a poder seguir con detalle el empleo mil millonario de sus dineros. Los planes de estimulo, los de recuperación bancaria, los de prestamistas y alquilados, los de coches y empresas… hasta las fotos de ataúdes con los muertos en las guerras de Irak y Afganistán están en Internet. Barack Obama es un gestor delegado, el que da la cara porque ha sido elegido presidente de los Estados Unidos. Las diferencias de esta democracia saltan a la vista. Si ustedes quieren que les digan la verdad, voten y escuchen y luego hagan saber sus problemas. Las soluciones, los remedios, la esperanza llegan hasta en la sopa. La transparencia de Obama corre el riesgo de pasarse de vueltas. Es el problema, tener un presidente a quien debiera recordársele que la campaña ha escrito su punto final el 4 de noviembre. Los demócratas siguen todavía hoy pisando el acelerador del cambio mientras los republicanos son capaces de mirarse el ombligo y hasta llamar a Joe el fontanero para que les cante las verdades del barquero. Un paseo por Washington DC puede llegar a poner los pelos de punta. Obama sigue siendo parte de su cartelería, una marca que vende a pesar de los desaforados esfuerzos que hacen sus más allegados para sacar la imagen del presidente del enfurecido manual del todo se vende. La exclusividad puede acabar reñida con la transparencia. Gajes del oficio. Es milagroso que a Obama no le hayan bajado todavía del pedestal. Fotos y pancartas le siguen dando la bienvenida al nuevo Washington, a esa ciudad jardín y supuestamente la más cosmopolita del mundo donde las tiendas más exclusivas del más exclusivo Georgetwon siguen dando la espalda al consumo a la espera de tiempos mejores. Mientras, Barack Obama sigue montado en la ola de la esperanza. Va y viene pregonando su buena nueva, anunciando tiempos mejores con la cartera llena de una caja vacía. Es la realidad pero con transparencia, con página exclusiva, con mensajes que hasta pueden llegar a ser alternativos. Pasen, miren y vean. Todo es claro como el agua, tan claro como que hay que enviar otros 17 mil soldados al frente de Afganistán. Hay compromisos que cumplir, promesas que olvidar, pero siempre gestos para dar a entender que los políticos estadounidenses, hasta su presidente, son delegados de curso a la vieja usanza. Delegados elegidos por la clase. Delegados que antes de la manifestación siempre dicen: compañeros, venimos a informar.
martes, 17 de febrero de 2009
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