Washington DC es la capital federal de los Estados Unidos. Es una ciudad con encanto, una ciudad jardín y cosmolita que no suelen incluir las guias turísticas europeas. Washington es el mundo en un pañuelo. Una ciudad internacional y tranquila donde la burocracia que destilan sus piedras se traslada sin quererlo al aire que se respira. Washington DC es lo contrario a la Gran Manzana, aburrido para muchos y pueblerino siempre para los neoyorkinos. Washington es la ciudad perdida para esos cientos de miles de españoles que vienen y se van de Nueva York sin salir de Mahattan. Los mismos que luego, por lo general, dicen conocer y haber visitado los Estados Unidos hasta poner el grito en el cielo cuando escuchan hablar un poco bien de este lado del Océano. Esta mañana de primavera en el Monumento a los caidos en la guerra de Vietnam, Washington era el Washington que más me gusta. El mejor secreto para ver esta ciudad es madrugar y poder llegar el primero. Poder oler la luz y disfrutar de eso que solo verán los ojos cuando intentan dasle la vuelta a la alfombra. Me gusta el Mall de Washington, pero por encima de todo me gusta el Muro, la pared dedicada a los caidos en la Guerra de Vietnam. Hace casi 20 años, mi amiga Luz Rodríguez era la encargada de hacerme de anfitriona y cicerone en la Pared mas famosa de la ciudad. Fue un descubriento que desde entonces nunca he podido olvidar. Trato de repetir aquellos pasos de antaño con el primero que me pide enseñarle la ciudad. Hago siempre lo mismo cuando llego al borde ajardinado del Memorial y tengo enfrente el Lincoln Memorial. Voy a los libros-lista donde alfabeticamente descansan mas de cincuenta mil muertos. Busco un nombre con sabor hispano, localizo su situación al este o al oeste, trato de encontrar la piedra numerada en el mármol negro, contar lineas hasta imaginar en silencio una mortal emboscada. Washington es una puerta de entrada a la Historia, a muchas historias que han cambiado el mundo y nuestra existencia. Mal que nos pese, los estadounidenses de ayer y de hoy, los que han llegado y vivido en estos dos últimos siglos han sido y siguen siendo pioneros de casi todo para lo bueno y para lo malo. El Muro de Vietnam es el mejor ejemplo. Es uno de los cementerios al aire libre y sin cruces que más ha llegado a impactarme en la vida. Esta mañana, fue el colmo de los colmos cuando descubrí que sus reflejos llegaban mas allá del simple horizonte. Dos vetaranos de la guerra caminaban juntos y en silencio. Se detuvieron a mitad del camino, donde el Muro es casi una fosa natural donde no llegarán nunca las balas. Pidieron una foto, se hicieron la foto justo en donde la mirada de ayer se fundía con el presente. En silencio, siempre en silencio, caminaron por el Mall de Washington. La plaza mayor de los Estados Unidos es donde mejor se puede repirar el sabor de la Historia. Son diferentes. Ellos han aprendio a buscar los que les une, otros seguimos esforzándonos por descubrir lo que nos diferencia. Esta mañana en el Muro de Vietnam, un muro de la verguenza para porpios y extraños, me quedé con ganas de saber la historia de los dos marines que en silencio habian vuelto a escarbar en la que fue la verdadera y mas difícil Historia de su vida.
sábado, 9 de mayo de 2009
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