Uno, dos, tres... pica pared. Todo cambia a la velocidad de vértigo, hasta los juegos de los niños. A nadie se le ocurre hoy recomendar a sus hijos jugar a pica pared. No está de moda ponerse a recitar números con un pañuelo colgando. Se venden canicas, pero no hay muchas posibilidades de construir un gua en los caminos de asfalto. Radio Televisión Española vive esas realidades desde hace tiempo. Ha dejado de ser la única pero no ha encontrado el cascabel al gato. Hace muchos años, cuando la transición política estaba por escribir su punto final, recuerdo como una oposición socialista nos llamaba a unos pocos para confeccionar lo que sería despues el camino de ruta de la radio televisión pública. Qué gran equivocación, qué gran oportunidad perdida... La reunión se celebro en un teatro madrileño a manera asamblearia y con participación supuestamente abierta a todos. Aquello es historia pero fue la primera piedra para la redacción del Estatuto con el que hoy vive la ahora llamada Coorporación de Radio Television Española S.A. Esa es la verdad y ese ha sido el problema. Estatuto, política y políticos han acabado por dar siempre el tiro de gracia a la que quisieron hacer la radio y la televisión de todos. Terminar con la publicidad el próximo septiembre y establecer un canon especial para financiar RTVE es tan inteligente como hacer un ERE y mandar a 4500 de sus profesionales a la calle. Es la solución del chocolate del loro: dejar la casa por barrer y luego llamar a la apisonadora para que saque la mierda. No tenemos remedio, ni ganas, ni costumbre de encarar los problemas. Nos gusta saber de todo sin saber de nada. La improvisión de un día se hace ley para siglos venideros. Funciona, funciona para encontrarnos con la casa del revés. RTVE lleva años dando vandazos, sin norte ni rumbo, con más soluciones personales y casi siempre políticas que ideas empresariales y profesionales capaces de poner a cada cosa en su sitio y encontrar un sitio para cada cosa. Si la soga aprieta, miramos hacia fuera. Los presidentes son directores generales y el Presidente el encargado de cortar los bacalaos. Los trabajadores son asimilados a funcionarios y como funcionarios gentes de fácil adaptación a las necesidades del momento. Una empresa como RTVE tiene ahora que desinflarse porque esa misma radio y televisión tiene diecisiete grandes sucursales autonómicas. Palabra de Presidente y Presidente con mayúscula. Lo público entendido por los socialistas en el Gobierno, como antes los gobiernos populares, acaba convertido en número. La explicación ciudadana avalada por nuestra Democracia es de perogrullo: para qué necesitamos y queremos un servicio público por el que ya se pegan las empresas privadas. Acabemos con RTVE y dejemos que sea el ciudadanos de a pie quien mejor se las componga. Encienda usted con libertad el televisior, el aparato de radio... Elija, disfrute y despues deje que sus impuestos acaben dando grasa al sistema. Una advertencia. Nunca vuelva a quejarse de estar viendo o escuchando basura. Por una vez, nos daremos cuenta que el primer gran secrreto de solución para RTVE debía haber sido aprender a marcar las diferencias.
miércoles, 6 de mayo de 2009
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1 comentario:
Me llegan aires de libertad en tus palabras. Pocos periodistas cuentan lo que realmente piensan por temor a que le tiemble la mano a quien firmará la próxima nómina. Felicidades por poder decir lo que crees, las personas así estais en peligro de extinción. Un abrazo.
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