Thierry Magon de La Villehuchet. Era lo que faltaba. Millón y medio de dólares, cofundador de los milagros Madoff, noble francés con castillo de familia, marinero de postín... Thierry se ha ido a pique encerrado en su oficina y después de elegir para cenar una alta dosis de barbitúricos. Suicidio en la neoyorkina Madison Avenue. Lo que faltaba para que la caja de los truenos del timo Madoff no acabe de cerrar ni capítulo, ni historia. Thierry Magon de La Villehuchet tenía 65 años y pasaba por ser un empresario de altos vuelos. La noche del pasado lunes, cosa sorprendente para sus mas allegados compañeros, Thierry elegía quedarse en el despacho del que la policía le sacaba con los pies por delante y en sábana blanca a primeras horas del martes. Su vida y milagros ha quedado retratada en la bíblia económica que quiere seguir siendo The Wall Street Journal. Nada es lo mismo, pero Thierry debe haber encontrado así su último minuto de gloria. Su verdadera historia quedará sellada por otra pirámide de silencio muy distinta a la que por todo el ancho mundo ha dejado un reguero de estafas que supera los 50 mil millones de dólares. Los ricos tambien lloran por Navidad. Paradojas. Thierry Magon -que no Magoo- estaría vivito y coleando si sus huestes de seguridad, el vigilante nocturno de sus oficinas, hubiese podido abrir la puerta cerrada de ese despacho en el que oficializaba el rito del suicidio como última inversión. Lástima, el vigilante no había tenido nunca la llave de la puerta de su jefe.
miércoles, 24 de diciembre de 2008
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