Fue primero mi amigo y hermano Ferrán Adriá el elegido de los dioses. Aquella primera página con reportaje daliniano del dominical del periódico The New York Times abrió en este lado del Atlántio la atracción por lo español. Sigueron luego los honores de Almodovar y la pleitesia del presidente Aznar. Ahora todo es diferente, aunque el Rey de España haya lanzado en su último mensaje navideño el reto de abrir un nuevo talante en las relaciones hispano estadounidenses. La tarea del nuevo impulso español, con Obama o sin Obama, no será plato fácil de digerir. La política exterior de los Estados Unidos no sale escrita solo desde la Casa Blanca y suele ser uno de esos asuntos de estado donde demócratas y republicanos presumen de hacer pactos sagrados en los que resulta siempre difícil poner los pies fuera del tiesto. Cierto es que el presidente George Bush se ha pasado tres pueblos, pero los ideólogos de las accciones preventivas y del convertir la acción diplomática en ordeno y mando gozaron siempre y por lo general de los beneplácitos del Congreso. Hasta aquí el pasado, el presente por fortuna para España se pinta de color blaugrana. Es la otra pica en Flandes a la que se ha sumado esta Navidad esa guía sagrada de la información que sigue siendo para muchos The New York Times. El periódico con más influencia del mundo se descuelga con una muy documentada historia donde el balón se convierte en el mejor embajador de sueños e ilusiones. Hay que jugar como el Barcelona de Pep Guardiola, un equipo de ensueño a quien el más joven entrenador de la pimera división del futbol español ha conseguido imprimir el carácter del cambio. El Barcelona sigue hoy más que nunca siendo más que un club. The New York Times hace ahora que no hace historia. Los números mandan, el entusiasmo está a flor de piel. La nueva filosofia culé es huir de las individualidades y hacer del juego en equipo el remedio a pasados males. La historia es caprichosa, tanto como para que Braden Phillips, el autor de la loa barcelonista, no pueda resistirse a buscar en Francisco Franco el principio de un carácter que ha conseguido con el paso de los años dibujar el presente. Es la lectura especial y particular de un éxito, una manera de hacer fútbol, de entusiarmar a la masas como puede entusiasmar un libro al lector empedernido. Una manera de hacer política cuando el cambio llama a las puertas de una Casa Blanca. Cuando el mundo -paradoja- empieza a ser menos blanco para teñirse de blaugrana.
viernes, 26 de diciembre de 2008
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1 comentario:
"Azulgrana navidad"
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