Simplificar los mensajes. El truco es viejo, pero continua siendo efectivo. La idea es crear opinión, pero dirigida. Manipular hasta las conciencias. Utilizar el arte publicitario en beneficio propio. Estos días agitados he llegado a pensar que es muy fina la línea que separa información de publicidad. Tiemblo y debo confesar que siento horror escuchando a tertulianos españoles. ¿Por qué no se callan?. No dudo de sus buenas intenciones pero me sorprende su frivolidad. Doy por supuesto que saben de lo que hablan pero sus argumento no suelen llegar más lejos que la mera constatación de sus gustos. Suspenden en Historia, dejan mal parada a la Sociología y suelen confundir los titulares con el razonamiento. Después de las últimas elecciones en Galicia y en Euskadi, los contertulios españoles parecen convertidos en voceros públicos de quienes antes se jugaron los votos y la confianza de los electores. Es un círculo terrible, porque los tertulianos –sin quererlo o queriéndolo- son y se han convertido en la correa de transmisión de lo que dicen partidos y políticos. Las tertulias no son eso, pero en España funcionan. Nos gusta ver sangre, escuchar una voz mas alta que la otra, convertirlo todo en espectáculo. Estos días en Washington DC. muchos tertulianos y programadores de tertulias españoles deberían pasarse por el Museo del Holocausto. La publicidad en la época nazi es un buen ejemplo de hasta dónde pueden llegar los pueblos cuando renuncian a la Cultura. Es un peligro, un aviso para quienes son capaces de reducir las Ideas al absurdo del propio dogma.
miércoles, 4 de marzo de 2009
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