La costumbre obliga. Para cantar victoria, en los Estados Unidos, además de cumplir legalmente el conteo manual de todos los votos en el estado de Virginia (porque las diferencias entre el senador Allen y el aspirante ganador Webb sobre 2 millones 300 mil votos son de medio punto) además hay que esperar a la llamada de aceptación de quien pierde. Ese es el verdadero aviso -en este caso- para que los demócratas se froten las manos y se prometan dos años de mayorías en el Capitolio de Washington al que pueden llegar el próximo enero con un nuevo ministro de la guerra, una noticia tan positiva para los demócratas que el senador Reid la asociaba a la que se ha llamado la noche de la revolución demócrata
EL ADIOS DE RUMSFELD
Los detalles de lo que se insiste desde la Casa Blanca fue una dimisión acepta empiezan a ser filtrados a cuenta gotas por los medios de comunicación. Bush, comandante en jefe, justificaba su decisión ante la nación como la mejor opción para las tropas estadounidenses, pero lo cierto es que a pesar de los apoyos públicos a su ministro de la guerra llevaba semanas pensando y hablando del cambio en el Pentágono con sus colaboradores mas cercanos. El secreto de la salida de Rumsfeld ha sido tan grande que hasta el senador republicano Jhon Warner – presidente de la comisión de las fuerzas armadas- se enteraba por llamada telefónica de Rumsfeld 20 minutos antes del anuncio presidencial, una bomba que mantiene el foco la atención política sobre un relevo (recibido como agua de mayo por los demócratas) pero sobre el que pesa una decisión urgente. Quien debe confirmar a Robert Gates –el otrora director de la CIA y amigo de la familia Bush como secretario de la defensa- el Senado que trabaja en funciones hasta el próximo enero o el Senado salido de las urnas que empieza a trabajar el próximo año.
EL ADIOS DE RUMSFELD
Los detalles de lo que se insiste desde la Casa Blanca fue una dimisión acepta empiezan a ser filtrados a cuenta gotas por los medios de comunicación. Bush, comandante en jefe, justificaba su decisión ante la nación como la mejor opción para las tropas estadounidenses, pero lo cierto es que a pesar de los apoyos públicos a su ministro de la guerra llevaba semanas pensando y hablando del cambio en el Pentágono con sus colaboradores mas cercanos. El secreto de la salida de Rumsfeld ha sido tan grande que hasta el senador republicano Jhon Warner – presidente de la comisión de las fuerzas armadas- se enteraba por llamada telefónica de Rumsfeld 20 minutos antes del anuncio presidencial, una bomba que mantiene el foco la atención política sobre un relevo (recibido como agua de mayo por los demócratas) pero sobre el que pesa una decisión urgente. Quien debe confirmar a Robert Gates –el otrora director de la CIA y amigo de la familia Bush como secretario de la defensa- el Senado que trabaja en funciones hasta el próximo enero o el Senado salido de las urnas que empieza a trabajar el próximo año.
LA AGENDA PELOSI
Nancy Pelosi se lleva esta mañana a la Casa Blanca la que podría considerarse la agenda política de los demócratas para dos años que deben lanzarles como nunca y sin olvidarse de los republicanos hacia la carrera presidencial… Tienen una perita en dulce para endulzar el camino -la dimisión, patada de Rumsfeld- pero sus empeños -haciendo siempre prioritario el contencioso Irak- apuntan hacia muy variados frentes. Detrás de las palabras y enunciados generales (trabajo, sanidad, educación, energía) hay planes muy concretos: subir el salario mínimo, negociar con las farmacéuticas los precios de los medicamentos, créditos a los estudiantes pata sus carreras, subvenciones a empresas que trabajan en energías alternativas… y por su puesto el plan de salida para Irak, el argumento sobre el que los demócratas quieren arremangarse y trabajar añadiendo ideas propias al informe que en cuestión de días pondrá sobre la mesa el ex secretario de estado James Baker, un trabajo con firma bipartidista -de nuevo- la palabra de moda.
Nancy Pelosi se lleva esta mañana a la Casa Blanca la que podría considerarse la agenda política de los demócratas para dos años que deben lanzarles como nunca y sin olvidarse de los republicanos hacia la carrera presidencial… Tienen una perita en dulce para endulzar el camino -la dimisión, patada de Rumsfeld- pero sus empeños -haciendo siempre prioritario el contencioso Irak- apuntan hacia muy variados frentes. Detrás de las palabras y enunciados generales (trabajo, sanidad, educación, energía) hay planes muy concretos: subir el salario mínimo, negociar con las farmacéuticas los precios de los medicamentos, créditos a los estudiantes pata sus carreras, subvenciones a empresas que trabajan en energías alternativas… y por su puesto el plan de salida para Irak, el argumento sobre el que los demócratas quieren arremangarse y trabajar añadiendo ideas propias al informe que en cuestión de días pondrá sobre la mesa el ex secretario de estado James Baker, un trabajo con firma bipartidista -de nuevo- la palabra de moda.
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