Nuevos vecinos en la capital federal de los Estados Unidos. Los duques de Palma, don Iñaki que dicen las crónicas, tiene trabajo en Washington DC. Telefónica es su empresa contratante y su trabajo como consejero internacional la razón para un traslado familiar que pondrá en guardia a paparachis y sabelotodo. La infanta Cristina y sus cuatro hijos acompañarán al consorte currante cuando acaben los colegios en España. Trabajar y vivir en Washington DC no es tarea que se aprenda de un día para otro. Todas las mudanzas son difíciles. Aquí pueden hacerse insoportables. La primera regla a aprender es ser y ponerse el último de la fila. No hay privilegios, ni tan siquiera para los muchos VIPs que pueblan el metro cuadrado de una ciudad donde las diferencias saltan a la vista. La paciencia es una de esas primeras asignaturas que debe aprobarse con nota. Los tiempos cambian, es verdad, pero las costumbres se han convertido en ley. Hay que caer en buenas manos. Tener buenos consejeros. Buscar la casa de tus sueños estará reñido con tus propias circunstancias. Si tienes hijos hay que pensar en colegios. Si además son pequeños, la guardería se pone por las nubes. Washington DC, la llamada ciudad jardín, es un rompeolas de culturas. Una calle como Massachusetts es la mejor demostración de que ya nunca vivirás solo. Hay banderas para todos los gustos. Un colegio público en la zona de Georgetwon no será suficiente para garantizar una buena educación. Obama fue el primero en recordárselo a Michelle cuando su traslado a la capital se hizo inminente. Las niñas van a un colegio privado, como debe ser para quien decide o no tiene más remedio que vivir en Washington DC. La broma pasa por tener un buen sueldo. Reservarse un pico próximo a los 30 mil dólares año y niña/o para seguir hablando. Son gajes del oficio, pero solo aptos para inmigrantes con posibilidades. La cesta de la compra solo ha hecho que empezar. Es obligatorio buscarse un seguro médico que haga las veces de nuestra seguridad social. Los familiares salen mucho mas baratos que los individuales. No es lo mismo pagar por tener 30 ó 50 años. Tampoco se parece en casi nada lo del abono de co-payments. Esta es una figura que encarecerá cualquier contrato con empresa de servicios sanitarios se llame como se llame. La palabreja tiene traducción inmediata en la factura o abono al médico o la farmacia de turno. Si es PPO unos 25 $ cubrirán la jugada de la consulta o del medicamento recetado. Si hemos querido ser modestos, la cosa se complica. Nuestra póliza de seguro podrá bajar de los 1.400 dólares a los 580 pero entonces pagas a cada médico y cada receta hasta un monto que puede llegar a los 5.000 dólares de bellón. Una casa en Washington DC es un amor. Hay que buscar a quienes queremos como vecinos. No es necesario estar pensando en ser amigos. Cada uno vive en su casa y Dios en la de todos. No pasa nada, no te vas a enterar de la vida ajena. Pero si algún día pasa algo, serán los vecinos los primeros en echarte una mano. Washington es una ciudad mayoritariamente negra donde no es necesario ni habitual ver a un negro. Vivimos separados, divididos sin reconocerlo. Es normal que tu vida diaria sea compartida con negros e hispanos. Pero cada uno en su sitio, a partes solo necesarias y justificando la ley. Muchas empresas, como el gobierno español, están obligadas a vivir en la paridad para que todos estén contentos. El consumidor puede pagar las consecuencias. Si en España un ministro debe ser bueno por ser hombre o mujer, en Washington un empleado es blanco o negro según cuales puedan ser sus habilidades. Paciencia, recuerdo, primera regla. Cuando vienen los de Verizon, Comcast o Pepco a instalar el teléfono, el cable o la luz hay que mirar al cielo. La suerte está echada. Si el operario es negro está ganarantizada una segunda visita. Si es blanco, puede con su maestria pasar de todo. Washington DC es la joya de la corona. No hay Monarquía pero sí República presidencialista. La historia imprime carácter. Su herencia salta a la vista. Vivir en la capital federal de los Estados Unidos es vivir en zona pantanosa. Las circunstancias primero y las realidades a reglón seguido. Washington DC es una ciudad de ministerios, museos, piedras y oficinas. No es un estado, es solo la capital de capitales y sin derecho a senadores. Viven poco más de 500 mil habitantes con sus 500 mil mosquitos en cuanto llegan temperaturas benignas. Estar a nivel del mar y a veces bajo el nivel del mar tiene sus inconvenientes. Muchos dicen sentirse cansados, llegar a la cama con ganas de dormir dias enteros para quitarse de en medio la fatiga. No es la solución ni el remedio. Washington DC, como Estados Unidos en general, despertará en los recién llegados una tendencia a cultivar el cuerpo. Cuidarse. Evitar excesos y grasas. Dejar de fumar, incluso por contrato. La vida es distinta y diferente y por eso hay que saber disfrutarla. Se madruga pero no se trasnocha. Pasar desapercibido será la mejor moneda del cambio. Con el tiempo descubres que eres un ser vivo sin necesidad de mirar ni ser mirado. No hay ni piropos cuando paseas, ni deseos, ni malos pensamientos a decir de la mujeres. No hay ni persianas en tu casa, hasta que un agente fornido se presenta en tu puerta bajo el pretexto de una denuncia ciudadana. Nadie mira pero todos pueden ver lo que pasa más alla de sus critales. Esta vez mi amiga mexicana Maria, quien abrió mis primeras puertas en Washington, estaría encantada de seguir contando secretos a los duques de Palma. Hace diez años, su sabiduria y sus desvelos me hicieron más fácil el traslado a esta ciudad que ahora quiero hacer mi casa. Se lo agradecí con un Quijote y un servicio casero que me reservo. No hubo sexo, diré para los mal pensados. Sexo solo hay en la ciudad y Washington DC es la capital, mi casa, y en cuestión de muy pocos meses la casa de mis vecinos, los duques de Palma.
miércoles, 22 de abril de 2009
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2 comentarios:
Hola Magin, en primer lugar , agradecerte tu comentario en mi Facebook/wall, me hizo mucha ilusión. Por otra parte me acabo de enterar hace un par de horas , en el informativo de T5 de la noticia de que los Duques de Lugo se van a USA con toda su prole, me parece interesante tu artículo sobre cómo puede ser su vida en la Capital. Deseemosle suerte, parece buena gente. Por cierto hablando de Washington, que tal mi cocinero favorito J.Andrés?, espero que te invite a cenar de vez en cuando y podais disfrutar de buenos caldos españoles. Un abrazo.
¿Se van los Duques de Lugo? Algo habrán hecho.
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