Barack Obama ya tiene un plan con el que pelearse hasta finales de año. Es un libro azul pero es como si fuese blanco. Tiene 88 páginas. Plantea una salida, una más a una crisis ganada a pulso por los especuladores. Se queda a medio camino entre los poderosos y los consumidores que los aguantan. Plantea reformas dentro del juego capitalista. Juega a dar una de cal y otra de arena. La estretegia le sigue dando buenos resultados en las encuestas. Ahora, después de cumplir cinco meses en la Casa Blanca, llega la cuenta atrás para saber si el Presidente acierta o se equivoca. La decisión es meter la cuchara en aquellas instituciones o empresas que no funcionan. Es la cuchara del estado, la que se carga con los impuestos de todos, la llamada a arreglar los desaguisados que desde la bonanza republicana hizo creer que todo el monte era orégano. Obama lo tiene crudo. Predica y dice que la mejor solución para acabar con la crisis de la corrupción y los desaguisados de los poderosos es mas regulación y mas estado. La Reserva Federal y el Ministero de Economía -aquí llamado el Tesoro- van a recuperar ahora el protagonismo que dejaron en manos de especuladores de humo. Se deshacen agencias y se crean nuevas oficinas. Se cambia el decorado sobre el papel sin conocerse a ciencia cierta el resultado. Se venden protecciones a voces, garantias para los que se forraron y para quienes al final pagaron los trapos sucios. La gran banca será examinada para que no vuelve a multiplicar beneficios haciendo solo del papel su mejor negocio. El consumidor tendrá su agencia particular para que cuando le traten de engañar en la letra pequeña pueda usar la lupa de la reclamación sin quedarse antes sin techo. Barack Obama ha presentado un libro con el que seguir pasando el examen. Sus días son demasiado largos ahora que no se sabe si llueve o escampa. Mas de una vez, el presidente de los Estadso Unidos se ha quejado de tener demasiados frentes abiertos a un tiempo. Gajes del oficio y una herencia que recuerda que no siempre el pasado fue mejor. Obama sigue disfrutando de un aprobado alto. La suerte pasa por no bajar nunca la guardia. Mantener la idea de lidiar con varios toros aun mismo tiempo. Esa es la estrategia. La siguiente, en una semana escasa, abrir la caja siempre ruidosa de la reforma sanitaria. El medio es el mensaje. La solución, dejar que la cadena ABC invada la Casa Blanca. Contarle al país durante todo un día como será ese sueño de que más de 40 millones de estadounidenses puedan tener un seguro de salud que ahora no tienen.
miércoles, 17 de junio de 2009
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