Hasta que la crisis acabó con casi todos los vicios, saber comer era un signo de identidad. No quiero decir con esto que la cartera eduque nuestro paladar aunque si creo que ayuda. Dime lo que comes y te diré quien eres... Claro que comer unas palomitas puede ser tan placentero como deleitarse con un bocado de caviar. La buena mesa no tienen porque llevar reglas escritas. Barack Obama lo sabe y con la ayuda del crítico del periódico The Washington Post lo pone en práctica cuando sale a comer fuera de la Casa Blanca. Su manual gastronómico se decanta por pregonar eso que dice que en la variedad está el gusto. Los gustos de los presidentes son siempre contagiosos y por si acaso, cuando usted visite Washington DC, tome nota de los restaurantes donde puede hacer más de una reserva. Blog ARN DIGITAL- Pop Cord
martes, 21 de febrero de 2012
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