Once años después del aquel primer día, American Idol sigue siendo el programa estrella de la televisión familiar y de palomitas. La formula es simple, pero tan exitosa que tuvo que llegar un británico a venderla en este lado del Atlántico. Hay programas parecidos en todo el mundo, pero la FOX ha conseguido rizar el rizo y convertirlo en un talismán para levantar parrillas. Los secretos del éxito saltan a la vista, pero aguantan tanto a copiadores como a imitadores. Esta semana, con un programa especial de doble entrega, la audiencia está conociendo a los 24 semifinalistas que pueden convertirse en futuras estrellas. La televisión en los Estados Unidos tiene ese privilegio. Todo es posible, aunque solo sea desde la condición de que ese ¨todo¨ ocurra en un visto y no visto. El ritmo lo pone la vida, y la vida pasa endiablada como para ser capturada imágenes. Esa es la diferencia, aquí las cámaras no deambulan de izquierda a derecha. Conscientemente se olvidan de barridos y planos que necesiten de más de 15 segundos... El truco funciona. El resto lo pone la audiencia y esos jóvenes que acarician el milagro. Los concursante son tan diferentes como la sociedad estadounidense a la que representan. Es el secreto, el único secreto. Ellos, tan recatados en sus comportamientos sociales, tan intocables incluso en las aglomeraciones, tan distantes en el contacto físico... son unos artistas inigualables para desnudarse cuando se enciende el piloto rojo de una cámara de televisión. arn digital - pop corn / periodistos
jueves, 23 de febrero de 2012
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