Legalizar el Partido Comunista de España (PCE) en medio de una transición en ciernes es mucho mas complicado que viajar en secreto hasta Afganistán con nocturnidad y alevosía. Las comparaciones son siempre odiosas, pero el primer viaje que hace el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, a la guerra contra el terror me ha recordado los arrestos que tuvo el presidente del gobierno español, Adolfo Suárez, cuando en otra Semana Santa hizo legal a los últimos comunistas de Europa. Obama ha elegido el Domingo de Ramos en medio de ese recuerdo popular de que quien no estrena nada no tiene manos. Obama las tiene, aunque sean mas pequeñas que sus orejas. El presidente de los Estados Unidos quiere demostrar que su idea de la esperanza llega mas lejos que a la puerta de enfrente. Acaba de firmar en casa una reforma de salud descafeinada y tiene ahora que buscar una varita mágica que arregle ese mundo incapaz de solidarizarse más allá de apagar una hora la luz para recordarnos que el cambio climático puede ser más peligroso que otra bomba atómica. Barack Obama se ha plantado en Kabul como Santiago Carrillo se plantaba en Madrid con careta y peluquín. El presidente utilizaba sus poderes, mas allá de viajar trece horas sin parar en ese avión oficina que aquí bautizan como Air Force One. Las agencias informativas y todos los medios de comunicación dejaron la procesión para venir de inmediato a la iglesia y tocar las campanas. Es un primer viaje pero no una nueva misión del flamente nobel de la paz. Barack Obama, dice The New York Times en crónica de urgencia, no se ha olvidado de cuales son sus prioridades. Acabar la guerra no es una de ella, pero si castigar al talibán donde mas le duele. Estar en la brecha y limpiar Kandahar es tarea mas que complicada como corroboran los soldados muertos y heridos en el frente durante estos tres primeros meses del año. Afganistán ha pasado a ser otra guerra regada con sangre estadounidense. Ahora es cuando la opinión pública puede preguntarse si el envio de 30 mil nuevos compatriotas sirve para algo. Obama lo sabe y actua con urgencia en una semana donde por fín ha vuelto a poder enseñar la patita. No es el mismo, ahora demuestra que ya sabe lo que es recibir una llamada telefónica a la tres y media de la madrugada. El presidente de los Estados Unidos no tiene tiempo para hacer prácticas. Todo es urgente en este su primer periodo en la Casa Blanca. Si coges carrerilla, si eres capaz de hacer una reforma sanitaria y anunciar que tienes un compromiso con Rusia de reducir a la mitad los arsenales nucleares, más vale seguir y pensar que Hawaii puede esperar en un país muy poco dispuesto a salir de procesiones. Ya es un aviso, Obama ha viajado a Afganistán en Domingo de Ramos. Su intención es pasar la noche en Kabul. Regresar a casa antes de que los afganos se levanten el lunes. Llegar, ver y besar el santo. Saludar a sus soldados y decirle en persona al presidente Karzai que ya basta de tonterias. La suerte no está ni mucho menos echada. Hay guerra para largo y la sociedad civil afgana tendrá que saber que no todo se acaba o empieza en la esperanza. Obras son amores y no buenas razones. Son diferencias que saltan a la vista, como diferente será siempre legalizar al PCE y parar la guerra en Afganistán.
domingo, 28 de marzo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Ciertamente Masgin, la Semana
Santa es propicia a golpes de efecto cuando menos se espera. ¿Saldrà el jueve la sentecia del Tribunal Constitucional sobre l'Estatut......?
Publicar un comentario