miércoles, 3 de marzo de 2010

El terremoto de Chile y el conocimiento

Si el cielo existe, el cielo es el conocimiento. Saber, tener respuestas para todos los misterios. Ese es el mejor regalo, repetía Rafael cada vez que alguien trataba de arañar las paredes de su pensamiento. Rafael vivía en lo alto de una montaña. Era rico y siempre miraba al espacio. Era un adicto a los misterios. Un creyente de UFO y sus historias. El jardín de su chalet estaba preparado para el aterrizaje de naves especiales. A los ojos de sus amigos, Rafael era cuanto menos extravagante, aunque a los ojos de mucho estaba tan loco como una cabra. Nunca he llegado a explicarme porque las cabras están locas, por eso imagino que nunca pensé que Rafael no fuera más cuerdo que los cuerdos. Rafael vivía su vida y dejaba vivir al prójimo como le daba la gana. Miraba desde su cima particular al universo y era capaz de escribir tratados de tetología. Las curvas, hasta las curvas más bellas -explicaba con exhaustiva documentación- hasta las tetas de una mujer son para los seres humanos profundos misterios. Si mañana hubiese un premio -repetía Rafael enseñándonos su pormenorizado estudio tetológico- ese premio debería ser el conocimiento. Será solo entonces cuando lleguemos a comprender por qué y para qué hemos pisado este planeta, por qué hemos sido personas con cabeza o descerebrados con dos patas. El conocimiento será el encargado de hacernos libres, LIBRES para llegar a explicarnos por qué somos como somos en este mundo que nos envuelve. Si Rafael estuviese vivo, esta misma tarde subiría a su montaña con supuestas respuestas científicas que se me antojan incompletas. El terremoto de Chile ha dejado centenares de muertos y conclusiones aterradoras. El tiempo y el espacio se han aliado en ofrecernos resultados confusos. El eje de la tierra de ha desplazado imperceptibles centímetros. El día se ha hecho más corto en milésimas de segundo para dejar de tener veinticuatro horas. Algunas islas del Pacífico han trasladado su voluminosa existencia más allá de las olas. No hay nada tan peligroso como escupir la espuma del conocimiento a titulares de prensa. Los seres humanos siempre estamos ávidos de explicaciones. Ese es el secreto, el castigo o la explicación a la falta de conocimientos. Hay quienes se conforman con poco, a quienes les vale un simple enunciado. La solución es mucho más complicada aunque ahora se nos antoje que ha quedado más cerca. Está claro, las desgracias nunca vienen solas. Son como las monedas, llevan cara y cruz. Por eso alcanzar el cocimiento se nos ha quedado a tiro de piedra. Ya vivimos en un día más corto pero en una tierra igual de inclinada.

1 comentario:

Sebastián Dinator dijo...

es verdad yo soy de chile, las cosas aqui son caoticas necesitamos aayuda y rapido.