Hace muchos años empecé a decir en voz alta que quería ser periodista. Era fácil, lo vivía en casa y lo disfrutaba en la imprenta del abuelo. Todos los días de mi vida han sido parte de un sueño. Problemas pocos, alegrías muchas. Periodismo y periodista. Un oficio y una profesión que cambia cada día. Privilegiado, dirán mucho. Lo acepto. Soy un privilegiado, lo he sido y quiero seguir siéndolo. Periodista, aunque sea en la cuneta. Periodista para descubrir el truco, para morirse de envidia o para sonrojarse con lo que pasa a mí alrededor. Esta es la historia, pero una historia que siempre es diferente. Una historia, tan pasajera como sorprende. El medio es el mensaje. Mentira. Suena bien, como deben sonar bien las crónicas que se escriben para la radio. La música es la encargada de serenar a las fieras. La imagen es más cruda. Las imágenes de la portada del periódico The New York Times son las que hoy han provocado mi sobresalto. Una imagen vale siempre más que mil palabras. Verdad o mentira. Cuatro columnas de foto y dos líneas escasas dedicadas al desfile del modista Oscar de la Renta son las encargadas de marcar las diferencias. Al faldón de la que es primera página de la que consideramos Biblia del periodismo un soldado hace guardia. Las casualidades o el destino se han dado la mano. Azar o necesidad. Es nuestro mundo por delante y por detrás. Norte y Sur. Gloria e Infierno. Sobrecogedoras imágenes para similitudes peligrosas. El espectáculo de la vida radiografiado en directo. La musa de la inspiración frente al sonrojo de la armas. La luz y las tinieblas. El presente y el pasado, acompañando a nuestro más inmediato futuro. Las distancias son mucho más cortas de lo que pudiera parecer. Vuelvo a ver la primera página del periódico The New York Times para poder mirar un poco más lejos. No. Estaba equivocado. Es el desfile de Oscar de la Renta. No es la cámara de los lores, ni tan siquiera una boda de postín. Veo hombres entre sombras, las sombras que provoca una pasarela luminosa. Son hombres, muchos hombre sin proyectos de ley, ni acciones en venta, ni tan siquiera recetas para salir de la crisis. Sostienen en sus manos papeles blancos, blancos como el color radiante de una pasarela por la que se intuye el paso de una mujer. El secreto podría quedarse una vez más debajo de las alfombras. Una alfombra que reluce en la parte más baja de una sorprendente fotografía de primera. Vuelvo a mirar, pero ahora veo el mar infinito. Un mar al que hace escolta el fusil de un soldado. Insinuación. Periodismo. Periodistas.
jueves, 17 de septiembre de 2009
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4 comentarios:
Magín, sigo gozando de tus escritos y crónicas. Eres un maestro. Pocas veces me he sentido tan satisfecha como el día que te dí el relevo en el DH de las 14.
No desistas, porfa.
El "infoshow" triunfa...querido maestro...nos estamos quedando old school....
Digo como Victor, o como tu mismo, en la propia cuneta....que le vamos a hacer...
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