Palmer es en Alaska la utopía que construyó el sueño de aquel presidente estadounidense llamado Franklin Delano Roossevelt. Después de la segunda gran guerra había que pedir y soñar con el imposible. Franklin se las ingenió siempre para meter la nariz del estado en proyectos sociales que vendía publicitariamente con películas irrepetibles. Mi amigo Angel Gil Ordoñez me las puso en bandeja y con música no hace mucho tiempo. Palmer, como Post-Classical Ensemble, es la utopía hecha realidad. Realidades que se hacen grandes porque despues de todo el ser humano siempre necesita de ilusiones que a priori pudieran parecer imposibles. Palmer es hoy todo menos la comunidad agraria que se invento un guerrero presidente. Hay que tener muchos arrestos para pensar que a veinte bajo cero y con tres metros de nieve puede haber tierras cultivables. Pero todo es proponerselo y demostrar que en la vida los imposibles no exiten. Palmer celebra cada año una feria sin igual en la que demuestra que el producto es más y mejor si está cultivado en estas tierras. Todo es soñar, como dicen que puede ser y es el sueño estadounidense.
miércoles, 23 de julio de 2008
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