Tener perrro es nueva obligación que gustan echarse al hombro los últimos presidentes de los Estados Unidos. Barack Obama, no iba a ser menos. Desde hace unas horas, no uno sino dos perros de agua portugueses acompañan las correrias de la primera
familia estadounidense. La perrita Sunny,
alegre y simpática, es la nueva compañera de Bo y también la invitada a
desdramatizar las muchas decisiones que toma en el despacho oval su ilustre
dueño.
La cara de Sunny lo dice todo. Es la perrita encargada de engalanar el
segundo mandato de un presidente. Llega a la White House después de unas
vacaciones de verano y antes de que Malia y Shasa regresen al colegio. Sunny tiene que
adaptarse con rapidez. El entorno no es ni mucho menos tranquilo. Ella lo sabe,
tiene el pelo negro y está dispuesta a llevar con resignación y algún
que otro ladrido la que le ha caido en suerte.
Los perros de aguas portugueses que viven en la Casa Blanca son tan especiales
que sus pelos no producen ningún tipo de alergia. Están capacitados para correr
junto a sus dueños sin necesidad de llevar correa al cuello. Juegan solos, incluso a tenis, aunque la
cancha no sea otra que la alfombra del primer despacho de presidentes. Soportan
piropos y caricias y están siempre preparados para salir en las fotos. No
juran, pero tampoco son tan infieless como para contar los secretos de estado
al primero que les pregunte.
Bo y Sunny, como antes las muchas mascotas que dejaron rastro en la Casa Blanca, son perros de estado y se les nota. Saben adaptarse
a las circuntancias sea quien sea la visita. No tienen que ser educados para la
misión que se les encomienda. Su tarea pasa por cosechar votos demócratas, como antes otros se ganaban simpatias
republicanas. Sunny ha llegado de salida, pero no importa… Sus caracteristicas, como las que tiene su
compañero Bo, son nadar y guardar la
ropa. Una máxima que siempre casa con el recordado y nunca olvidado ¨ Yes, we can¨.
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