Estos dias se han acabado de romper los
más avezados manuales de la comunicación. Han saltado por los aires todos los
esquemas, todo lo que de alguna manera se venía fraguando desde años atrás. La
noticia a toda página es que un hombre ha terminado mordiendo a un perro. Sí.
como suena. ¨Grahams to sell The Post¨.
Un titular a toda plana –las ocho columnas del PERIODICO de la capital
federal de los Estados Unidos- consiguiendo desmentir para siempre esa premisa
que no permitía nunca titular con todo contrario.
Jeff Bezos, millonario creador del
emporio Amazon, ha dedicidido en menos de teinta dias comprarse un periódico de
marca universal. No ha tenido que
ahorrar toda una vida, para eso a veces solo basta con vivir en el llamado pais
de la oportunidades. Y sin pensárselo dos veces, cuando un Grahams llamó a su
puerta, tiró de billetera y se gastó en un visto y no visto la friolera de 250
millones de dólares.
El negocio es redondo a decir de
amigos y familiares de la tinta impresa. Sus futuros asalariados –da la vuelta
por medio mundo la carta abierta del comentarista Rene Weingarten- han confensado que nunca llegaron a
pensar que el Post fuese vendido y adquirido por tan solo el 1 por ciento del
que imaginaban su valor nominal. Claro que una cosa es soñar y otra vender
periódicos por mucho lustre e historia que puedan lucir a sus espaldas,
incluido el Watergate y la dimisión de un presidente.
Bezos vuelve a poner sobre la mesa la
imagen del rico que compra un juguete… Ya no es que la decimonovena fortuna del
mundo Forbes se gaste en el Post lo que puede ganar en tres dias. Lo que de un tiempo a esta parte se esta
poniendo en evidencia es el futuro de la prensa escrita. En el país del impresor Franklin el papel
para consumo de información, las redacciones buscando exclusivas, la libertad
para la circulación de ideas y opiniones, hast alas letras mayusculas de la
Libertad y la Democracia empiezan a tener menos valor que un rollo de papel
higiénico.
Hace solo dos lustros el Washington Post
repartía anualmente más de 100 millones de dolares en benefiicios con poco mas
de 700 mil periodicos en la calle. En el pasado ejercicio –con menos de medio
millon- llegó a sumar unas deudas de 53 millones y eso a pesar de recortes y
despidos por doquier. Los grandes proyectos del Post se convirtieron en tan solo
pequeñas tablas de salvación. Nada ha funcionado como los hijos y sobrinos de
los Grahams habrián querido… Nada salvo el milagro de encontrar a un millonario
para verderle la esperanza de reflotar un barco insignia que se hunde después
de los duros reveses de Internet.
La venta del Washington Post vuelve a
dejarnos en la paradoja de saber hasta dónde llega el optimismo o el pesimismo
de cada cual. Ya no es dogma de fe la innovación que mueve montañas y abre
puertas a reinos desconocidos. La suerte del mañana pasa por escribir una hoja
de ruta credible desde el presente. Bezos tiene que demostar que no todo lo
compra el dinero, aunque sea siempre esa plata la encargada de ayudaros a
esperar la visita de la felicidad. Por ahora, en el Post, los Grahams han
dejado clavada la bandera de la esperanza.
Ya es bastante cuando han ofrecido su propio ¨araquiri¨ aún a costa de hacernos
pensar que 250 millones de dólares son simple calderilla.
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