sábado, 21 de mayo de 2011

El espíritu 15 M


Video chat rooms at Ustream Vivo a miles de kilómetros del país que me vió nacer pero estoy pegado a lo que allí pasa por una extraña necesidad de superviviencia. Sigo las noticias de España por periódicos, radios y televisiones. Buceo en internet y en redes sociales dimes y diretes. Estoy al día, pero en la distancia. Fui corresponsal y ahora necesito de corresponsales. Me veo en la necesidad de confiar en otros primeras impresiones o sobresaltos. Definitivamente estoy lejos y a veces perdido. Me falta tomar el pulso real de la cosas, vivir en la calle, compartir alegrias o cabreos. Esa es la virtud o la gran desgracia de ser vecino. A falta de pan, buenas deben ser tortas. Vivir informado tiene sus consecuencias. No sale gratis, hay que aguantar y a veces mucho. Este sábado de mayo, ha dejado de llover en Washington DC y ha salido el sol. Es lo mismo que pasa en esa plaza donde está instalado el kilómetro cero de todas las carreteras radiales de España. Es la distancia, no me entero. Hay ruido y tengo permenentemente un ojo abierto a través de ustream. Ya veo y escucho lo que pasa en la madrileña Puerta del Sol. Mis corresponsales -tantos y tantos informadores compañeros de oficio- me cuentan lo que ven pero poco me dicen lo que pasa. Hay siempre ingenio e ingeniosos para todo pero hasta los que tienen espíritu de abuela y comen a todas horas siguen sin dar en el clavo. No hay quien todavía haya sido capaz de poner el cascabel al gato. Nadie sabe lo que piden los indignados y frustrados españoles que desde el 15 de mayo acampan en plazas y avenidas. Explicarlo es como explicar eso que viven todos los vecinos de España. Y contarlo a los que viven fuera debe ser difícil si además tampoco los que pueden contarlo se ponen muy de acuerdo. Esa es la revolución que protagonizan mis compatriotas españoles. Como siempre, saben lo que no quieren pero se vuelven muy espesos cuando tienen que explicar por qué apuestan y qué es lo que de verdad quieren. Somos así y hemos sido así desde hace siglos. Nos han dicho que fuimos el país más poderoso del mundo pero nadie nos ha explicado por qué dejamos de serlo. Seguramente, para empezar a comprenderlo hay que salir de acampada a las ilegales acampadas de las plazas de España. Es el mundo al revés, un mundo donde la leyes están hechas y se dictan para no cumplirlas. Nos reímos del Constitucional, del Supremo y del juez Garzón... Nos pasamos por el arco del triunfo al Monarca, a los políticos y a quienes hoy buscan en una carcajeante jornada de reflexión la confianza electoral. Seguro que hay remedio y solución aunque no lo parezca. Al menos, ya hemos descubierto el espíritu. El espíritu del 15 M, el espíritu de ponernos al mundo por montera. Esa fórmula magistral, pácifica y contestaria de expresar hasta dónde uno está hasta los cojones sin más solución que la maldita continuidad...

2 comentarios:

doble dijo...

Las propuestas de DRYa, que no está claro que sea lo que se pide en las plazas, está detallado en www.democraciarealya.es, pero...

doble dijo...

Dejadme que explique una cosa, para que sepamos donde estamos, quiénes somos, y nos dejemos de cuentos de la lechera… Todos los países del mundo se encuentran en una de estos cuatro casos:


Caso 1: El país dispone de condiciones naturales y materias primas, en particular petróleo, suficientes para basar en ellas una economía en buena medida independiente y diseñada de cara al bienestar de sus ciudadanos, y en particular para dotarse de servicios sociales que cubran un máximo razonable de las necesidades de la población. España no tiene, desgraciadamente, esta opción.

Caso 2: La población comparte una ética de la educación, del trabajo y de la vida en general orientada al esfuerzo, a la producción, a la eficiencia, y al ahorro, y deja el ocio como algo necesario pero siempre supeditado a lo primero. El colectivo político y administrativo del país presenta, además, un alto grado de ética de servicio público. No es incompatible con el caso anterior. España no se encuentra en esta categoría, y entrar en ella, de ser posible, le costaría grandes esfuerzos y varias generaciones.

Caso 3: La economía es autogestionaria y vive al margen de los mercados mundiales, lo cual, salvo que se produzca al menos una de las dos condiciones anteriores, supone pobreza generalizada, o servicios sociales deficientes, o un régimen autoritario (y generalmente todo ello junto), con una muy difícil salida hacia otras posibilidades. Es una opción para España a corto plazo.

Caso 4: La economía depende de los mercados internacionales, en particular por lo que se refiere a la competitividad en el mercado de bienes y servicios y especialmente al crédito en el mercado del dinero, para poder funcionar de cara al bienestar de sus ciudadanos: ello requiere el seguimiento de normas estrictas en la gestión de las cuentas públicas y en general en todo lo relacionado con su sistema económico, que está permanentemente vigilado por los acreedores (en su mayoría bancos que compiten para dar servicio a sus clientes, pequeños ahorradores que buscan una inversión segura y rentable). El grado de bienestar y el grado de dependencia dependerán de la calidad en la gestión de la economía pública y del grado de aproximación a las dos condiciones que se dan en los dos primeros casos. Si no se dan -aunque sea de manera moderada- al menos una de ellas, además de depender de los mercados el país se limitará a subsistir con un bienestar limitado, pero su población no podrá aspirar a mucho más. Incluso el deterioro en la gestión económica y de la ética social y política pueden dar lugar al abandono por parte de los mercados y a la bancarrota. Es la otra opción para España a corto plazo.

Conclusiones... La dependencia de los mercados es un hecho, no un capricho ni una condescencendencia hacia los banqueros, y solo es una elección con el caso 3 como alternativa. Opto, evidentemente, por la opción 4, intentando reducir la dependencia de los mercados e incrementar el grado de bienestar a través de la exigencia de una gestión impecable de la economía pública y del trabajo explícito, activo e incesante hacia las características que se describen en el punto 2. Salvo la ignorante fijación en el fetiche del espejismo “anti- mercados”, creo que es, en parte, lo que propone DRYa. Pero esa fijación y esa ignorancia, y el poco grado de enfoque de los planteamientos… me dan mucho miedo.