viernes, 26 de noviembre de 2010

Una guerra de memoria

Alvaro Perea es un español que habla inglés por obligación después de haber dejado España en febrero del 39. Un barco mexicano con bandera portuguesa -el último con refugiados españoles- le sacó de Niza cuando los alemanes eran dueños de media Francia. Alvaro se acuerda de aquel viaje como si fuera ayer. Hoy me lo ha contado ojeando un album de fotos donde el general republicano Perea Capulino es el protagonista. Alvaro tenía cinco años cuando empezó su éxodo por el mundo. Lo cuenta con el corazón. Teme olvidar detalles, nombres y recuerdos. Tiene 77 años y todavía se le humedecen los ojos cuando escarba en el pasado... Las fotos de la familia Perea llaman la atención porque son fotos de la Historia de España que no nos han explicado en España. Fotos de una memoria que se ha llamado histórica sin todavía haber sido memoria. Alvaro se siente obligado a contar lo que hizo su padre al que nunca vieron -ni tan siquiera en el frente- llevar una pistola al cinto. Juan Perea Capulino se ganó el generalato a golpe de trompeta. Es el único general chusquero que se hizo en el siglo XX. Las fotos del album Perea son por eso fotos diferentes. La familia en una masia de Viladrau, una mujer inglesa, cuatro hijos y dos niñas huidas de Madrid son el contrapunto a la guerra. No son las únicos recuerdos, no son las únicas imágenes en color sepia, blanco y negro. Hay milicianos, soldados, jefes de batallón, delegados comunistas, alcaldes republicanos, jóvenes y alegres mujeres voluntarias, presidentes como Aguirre o ministros como Irujo capaces de pasar revista a unas tropas diezmadas después de perder hasta la esperanza en el frente del Ebro... Perea Capulino ha contado su guerra en un libro de memorias que sus descendientes llamaron Los Culpables. El libro tardó en ver la luz más de la cuenta, como más de la cuenta tardó Juan Perea en volver a intentar reinstaurar la III República desde tierras argelinas. Cerca del mayo francés, un ataque al corazón fue suficiente para conseguir lo que nadie había conseguido en el frente de batalla. Juan Perea murió conspirando contra Franco en el norte de Africa, como antes había conspirado en Madrid contra Primo de Rivera... Aquello le valió seis años de cárcel y un día de reclusión. Paradojas de lo que es el destino. Seis años frente a toda una vida por denfender al gobierno constitucional de la II República. Francia, México, Estados Unidos, Argelia y España segurián guardando por mucho tiempo las andanzas de un chaval-soldado y español que luchó en Marruecos con14 años y acabó exilado al otro lado del mundo. Juan Perea Capulino, sin pistola y casi siempre sin sombrero, no es el general Rojo ni quieren sus herederos que lo sea. Alvaro, su hijo, solo quiere que la Historia pueda dar a Juan lo que es de Juan y... que haya paz y después gloria.

2 comentarios:

Maria dijo...

Mi padre fué su chofer y tambien él del General Pozas
Maria

Magin Revillo dijo...

Maria, ponte en contacto. Mi correo es mrevillo@gmail.com Alvaro Perea estaría encantado de intercambiar contigo información, recuerdos y detalles. Gracias y espero y deseo que puedas leer esto.