Nunca los deseos han tenido mejor recompensa. La Academia de los Nobel acaba de hacer sonar todas las campanillas de las redacciones del mundo. El siempre controvertido Premio Nobel de la Paz es para Barack Obama en la edición del año 2009. La sorpresa hace historia, pero confirma hasta que punto los jurados se dejan llevar por las apariencias. Obama, solo nueve meses en la Casa Blanca, ha conseguido ser reconocido "por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos". Es mucho. Tanto como decir que "su diplomacia se basa en el concepto de que aquellos que dirigen el mundo deben hacerlo siguiendo valores y actitudes compartidas por la mayoría de la población". Hasta aquí todos calvos, pero hay más. "Sólo en muy contadas ocasiones una persona ha atraído la atención mundial al mismo nivel que Obama y dado a su pueblo la esperanza de un mundo mejor". Viva el optimismo, viva la esperanza con premio. Al final son las apariencias las que se llevan la palma. Es poco serio, menos serio cuando todavía en los Estados Unidos siguen sin saber qué hacer con las guerras. La paz tiene Nobel, pero en este país siguen sumando muertos. Y en ocasiones, después de ocho años en Afganistán lo enseñaba la cadena ABC, en ocasiones son los jóvenes soldados quienes de vuelta a casa salen en la tele en féretros envueltos en banderas y con los pies por delante.
viernes, 9 de octubre de 2009
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1 comentario:
Hay gente pá to -que diría "el gallo"-. Sin palabras.
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