Hace cuatro años gritaba de rabia. Hoy vuelvo a sentir vergüenza. Los asesinos han vuelto a conseguir que mis compatriotas vuelvan a votar en silencio. Estamos de luto. Isaias somos todos, como hace cuatro años todos tambien estabamos en Atocha. España sabe callarse solidariamente contra el terror. Mi país no elige presidente, vota a partidos y los partidos vuelven a suspender lo que llamamos el cierre de campaña como mejor imagen de solidaridad. Perdón, pero no lo entiendo. Ganan ellos, como ganaron hace cuatro años unos dinamiteros asesinos. La fiesta de la democracía, el derecho demócratico de votar, se vive en el mundo de muy diferentes maneras. En los Estados Unidos, he aprendido otro respeto fundamental al ciudadano. Se le reconoce la inteligencia. La capacidad de decidir por si mismo. Están aqui muy de sobra los silencios y mucho mas las jornadas de reflexión. Votar en los Estados Unidos sigue siendo una fiesta y si hay que vestirse de luto entonces hay que hablar por los codos, como hacemos en España y como deberiamos seguir haciendo cuando los asesinos quieren que nos callemos. Salman Rusdhie escribía pocos dias después de los atentados del 11 de septiembre del 2001 una receta magistral. Necesitamos salir a la plaza del pueblo a cara descubierta. Hablar en el foro. Comer bocadillos de jamón en la plaza pública. Vestirnos con camisa y vaqueros. Nuestra única atadura debería ser la libertad. Nuestro mejor luto, la palabra. Y eso, por desgracia y una vez más, quedará para después de que hablen las urnas. Una pena, porque aunque las comparaciones sean odiosas, los españoles con atentado de asesinos y hasta sin atentados deberíamos reivindicar las palabras y todo aquello que nos ayude a ser ciudadanos inteligentes con más reflexiones en voz alta y muchos menos silencios.
viernes, 7 de marzo de 2008
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