Están de moda las autoconfesiones en
Hollywood. A veces, cuando la carne se
hace hombre, las llamadas de atención dan la vuelta al mundo. Hace pocas
semanas, una mujer decía evitar el cáncer de mama practicándose una mastectomía.
Hace unas horas era Michael Douglas el encargado de advertir a la concurrencia
que el sexo oral pudo provocarle su reciente cáncer de garganta. El actor quiso
luego desdecirse de su sincericidio matando al mensajero.
Fue demasiado tarde, porque en The Guardian habían grabado cada una de sus
palabras. Douglas no debe saber cómo explicar su mala suerte. Si mira a su
esposa Zeta-Jones esta le mandará a paseo.
Su exmallorquina ya lo hizo en su día y asegura no ser víctima del
papiloma. La ciencia es traicionera. Lo peor es que ahora la solución será investigar
toda nuestra historia sexual –compartirla- o dejar de practicar sexo oral o -Dios no lo
quiera- cortársela para evitar males mayores.
martes, 4 de junio de 2013
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