Los chicos de la Coca Cola han invitado a un amigo mío a dirigirse a sus más altos directivos. Es curioso, el encargo es en la estadounidense ciudad de Atlanta y tan solo a dos semanas vista. La idea pasa por inyectar en los más altos ejecutivos de la bebida de las burbujas un nuevo manual de resistencia. Coca Cola busca ideas. Necesita de nuevos elementos para mantener en alto su pabellón. No es nada nuevo. Pasa siempre en los negocios. Las mejores empresas saben de cómo hay que renovarse o morir. Coca Cola no iba a ser la excepción. Hace más de cien años, mi familia política tuvo en España una oferta parecida. No había que hablar, entonces se trataba de vender. Había que introducir la que luego fue bautizada como la chispa de la vida en la soleada piel de toro. Fueron primero a Cataluña en busca de representantes. Y allí se toparon con el bueno de un Riu para decirles eso que saben decir los buenos comerciantes. Primero ver y luego vender. Así empezó una historia que este fín de semana me ha recordado quien ahora llaman un empresario emprendedor. La idea del antepasado familiar era de puro perogrullo. Cuando le abrieron una botella y probó el jarabe solo le vino a la cabeza una respuesta. Esto, señores, es como nuestra zarzaparrilla pero en malo. Gracias por su tiempo y por donde han entrado pueden salir con todos mis respetos. El tatarabuelo de mi esposa se quedó tan ancho como todo un caballero. Murió rico y dejando buena herencia a una saga que no tardó en dilapidar toda su fortuna. No fue la guerra, que tambien, fueron los malos negocios y seguramente la ausencia de la Coca Cola quien privó a sus descendientes de hacer pingües beneficios. Eran otros tiempos aunque las consecuencias pueden ser las mismas. Si aquel Riu hubiese aceptado en quince minutos la propuesta que ahora en minuto y medio aceptó mi amigo otro gallo le hubiera cantado. Coca Cola España no sé si sería lo que es ahora. Lo que sí es verdad es que los ejecutivos de Coca Cola USA van a flipar en colores. Mi amigo, otro español que triunfa en los Estados Unidos, se ha sacado de la chistera una ponencia extraordinaria. No es nueva, la repite siempre que le pagan. Es original y llamativa. No hay quien pueda permitirse el placer de llevarle la contraria. El futuro -es la idea base de su ponencia- el futuro está en el aire. Así, como quien no quiere la cosa. Una idea tan original que, por elemental y sencilla, levanta oleadas de pasión y riadas de admiradores. El aire, señores, el aire es lo que tocamos todos, lo que bebemos, lo que separa su botella del consumidor, lo que tiene que cruzar el líquido elemento hasta llegar a la boca del cliente potencial. A ver si se enteran. El aire es la solución, la panacea, el futuro con el que arreglar crisis y problemas.
martes, 17 de noviembre de 2009
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