La película cinco estrellas en
las que cada cuatro años se convierte el Mall de Washington volvió a lucir el
cartel de no hay billetes. Si tuvieramos que vivir algo parecido en España
tendriamos que aprender antes a convivir con la paciencia… No, no paciencia política que de eso sabemos,
sino de paciencia urbana como para comprender que en las grandes
conglomeraciones de masas quienes salen perdiendo son siendo los protagonistas,
generalmente los ciudadanos. Para llegar al Mall de Washington (además del
consabido frio y las horas de estar en pie) hay que cargarse con muchas
toneladas de paciencia. Desde las tres de la madrugada hasta bien pasadas las
seis de la tarde cinco kilómetros de largo por dos de ancho son intransitables
para todo aquello que no sea un vehículo oficial. El premio a la paciencia es
escuchar desde muy lejos y ver en grandes pantallas de alta definición como el presidente
de los Estados Unidos jura y después hace un canto a la libertad e igualdad de
los seres humanos. Se acaba pronto, casi tan pronto como una vez que empieza.
El regreso a casa –como la llegada al Mall- es lo más parecido a borregos camino del
matadero. Hay solo una gran diferencia, muchos repetirian encantados dentro de cuatro
año.
martes, 22 de enero de 2013
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