lunes, 12 de julio de 2010

España, Iker Casillas y Sara Carbonero


Jota todavía espera, pero San Iker Casillas ha conseguido que Sara Carbonero acabe el Mundial de Sudáfrica convertida en la novia de España. Así se hace, le dicen desde las redes sociales al portero campeón del mundo. Iker ha conseguido llevarse el gato al agua. La gota ha pasado de chaparrón a borrasca. Quienes acusaban al de Móstoles de estar distraido por la reportera enamorada han acabado dando su brazo a torcer. Gracias a Sara hoy ¨la roja¨ España canta victoria. Primero fue el suplente Reina quien le dijo a Casillas por dónde iban los paraguayos a tirarle un penalti. Este domingo ha sido Sara la encargada de ayudar a Iker a parar a los holandeses. El beso del capitán español cierra un mundial apasionante. Rompemos hasta las estadísticas. España es la primera de los nueve paises que han alcanzado el título dejándose ganar el primer partido. Hasta en eso hay que ser diferentes. San Iker se lleva los guantes de oro que la FIFA no ha querido convertir en bota para el ahora barcelonista Villa. El fútbol y este oro han terminado siendo como el estatut y el tribunal constitucional. Ladran luego cabalgamos. Ahora Iker solo tiene que decirle a Sara cuando es la boda. Tele 5 y Jota tendrán la orpotunidad de darnos en directo la primicia. Mientras tanto hay que saborear el éxito, compartir las alegrias y hasta los besos. Aprovechar el oro y el primer impulso de los enamorados para aprender tambien que los goles, como las banderas y los idiomas que hablamos en España, son o deberían ser de todos y para todos. Y las exclusivas, dejarlas en Tele 5 para Sara Carbonero y San Iker Casillas.

1 comentario:

meg dijo...

Creo, Magin, que hemos hecho nuestros los goles y las paradas de Iker. O sea, que hemos hecho de todos sus besos a esa reportera que ya era conocida porque alguien fuera de España dijo que era "la más sexy de las reporteras de deportes".

O sea, que HEMOS ganado el Mundial y además NOS HEMOS ENAMORADO... de la vida, de la naturaleza y hasta de nuestro propio otra vez...

Un beso