Mi amigo y compañero Andrés Aberasturi anda metido en pleitos. Mala cosa en un país donde los más precavidos todavía recuerdan y recomiendan ese dicho popular que algunos ya hemos experimentado en propia carne. Ten pleitos y los ganes… querido Andrés. No importan las razones, que seguro son muchas, importan mas los dimes y diretes de quienes piensan y deciden a la hora de darte la razón. Y no digamos ya lo que dice y te dicen parte de esa sociedad en la que vivimos, donde es posible que te lean o escuchen uno de esos 20 por ciento de parados que piden una oportunidad, o uno de esos cientos de miles de colegas que buscan un primer empleo en medios de comunicación como los que tu y yo bien conocemos. Hace años, un juez me advertía con cierta displicencia que iba a pagar por mi divorcio más que los Alberto habían pactado por el suyo. Ahora me temo que un juez me diría que ganar una pasta por prejubilado y querer redondearla con trabajos paralelos es cuanto menos chocante. Vivimos en un país donde la envidia es la ley y -ya sabes- donde la costumbre es tanto como una constitución. Nos han prejubilado con lo que unos sindicatos pactaron por nosotros y ahí es donde a todos nos ahorcan. Unos tanto y otros tan poco. Tu como yo pensamos que dos años en el dique seco eran más que suficientes para redimir nuestras culpas. Claro que sí, somos culpables de haber sido fijos en un ente por el que pagan todos los españoles. Menos mal, nos pagamos nosotros mismos y nos pagábamos hasta menos de lo que otros -por hacer lo mismo o a veces menos- cobraban con sus inventos y productoras. Llegó el ERE con su rebaja y los sindicatos volvieron a hacer de las suyas. Te han pillado, querido Andrés, por ser tu quien eres y hacer lo que firmaste que no harías. Injusticia, ya lo creo. Injusticia hasta que alguien ponga los puntos sobre las ies y diga lo que todos sabemos. Un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) es -o era hasta antes de la explosión de la crisis- una triquiñuela laboral para sanear las cuentas de resultados en empresas privadas o públicas. Hasta hace unos días, papa estado y algunas empresas de postín (incluidos muchos bancos) ponían al servicio de sus trabajadores la posibilidad de prejubilarse tras años de trabajo. Al parecer, era un sistema de ahorro no un regalo. Y en esas estamos, querido Andrés, aunque tu hables de dignidad y ganas de seguir en el oficio. Lo nuestro ha sido un despido pactado por otros y a pagar en largos meses-años de vergüenzas. Recuérdalo cuando se lo digas al juez. Nos han puesto en la calle, lo hemos aceptado, y en lugar de indemnización millonaria por más de treinta años de currante te han conminado a cobrar cada mes un pizquito de tus rentas. Ya sabes, cuando se habla de dinero se alborota el gallinero. Cuanto ganas, Andrés, es lo que ahora te pregunta la gente. No hay vuelta de hoja. Ese es el truco. No te van a decir cómo te encuentras sin dar un palo al agua en el oficio por el que diste la vida. Si crees que vas a encontrar solidaridad estás servido. Solo queda una esperanza. Algunos ingenieros de aquella fábrica que tu y yo cerramos en las ondas con otro ERE -Astilleros, por si no recuerdas- han conseguido después de años lo que parece ser un derecho constitucional. Claro que puedes y debes trabajar, Andrés, y hasta cobrar por un despido que otros pactaron por tí escribiendo cláusulas cuanto menos dudosas. Esa es la ley que no la trampa, pero cuando el país se nos escapa de las manos por las rendijas de los números bueno es saber que trabajar es un lujo y premiar al parado un oficio tan viejo como el pedir limosna al papa estado.
jueves, 17 de junio de 2010
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1 comentario:
Hola.. puedes darme un mail de contacto de Andres??Gracias
Pd.O un blog k él lleve actualmente..
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