Hago una apuesta. Nos van a freir a números después de taponar el agujero de petroleo que llenaba de aceite el Golfo de México. Ya está, lo han conseguido después de un mes de esfuerzos denodados. Top kill. La marea negra de la información esta cargada de sobresaltos. Ahora que el fondo del mar se ha dejado taponar sigue la procesión. Hemos podido leer y escuchar de todo. Los números son siempre lo más llamativo. Números que incluyen muertos, pero muertos a los que se puede tapar con un torbellino de millones. La compañía paga, aunque luego se descubre que son muchos los que meten cuchara. Es el sistema, incluso con su propia correa de transmisión en lo mas alto del Capitolio de Washington. Esta fuga tiene historia, pero no menos que la historia que nunca olvidan quienes manejan la pasta. Esta vez hasta un todo presidente de los Estados Unidos ha recordado obligaciones y deberes. Habla bajo desde lo más alto porque Obama, como los políticos estadounidenses, saben que buena parte de los beneficios petrolíferos ayudan a financiar sus campañas. No hay nada nuevo bajo el sol salvo una gigantesca mancha que se extiende por ese mar que alimenta huracanes capaces de llevarse casi todo por delante. Es la ley, la ley que siempre está abierta para que otros hagan la trampa. Ahora -con 48 horas por delante para cantar victoria- la justicia sigue metida en números. Más números, está cantado. Detrás quedan las comparecencias y los interrogatorios. Los dimes y diretes de quienes tiran balones fuera y se acusan mutuamente de irresponsabilidades. Hay denuncias en la prensa libre y denuncias que piden responsabilidades. Voces que claman al cielo. Expertos capaces de suscribir que la tragedia pudo ser evitada. Es una historia vieja, pero ha vuelto a resultar tan real como la vida misma. La receta es siempre la misma: producir a cualquier precio sin dejar de dar vueltas a la manivela de los dólares. Ya está, hemos puesto el tapón para que todo siga siendo lo mismo. Ellos pueden hasta cambiar de nombre. British Petroleum (BP) es una empresa que conoce bien las triquiñuelas del negocio. No hay peligro. No hay nada que no pueda remediar un buen trabajo de maquillaje. Un trabajo donde pueda utilizarse el resto del cemento que sobre de taponar el fondo del mar. Un cemento que en la superficie sirve para esconder la mano y tapar las vergüenzas de propios y extraños.
miércoles, 26 de mayo de 2010
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