La confusión es y sigue siendo la gran protagonista de la fiesta olímpica que ha convertido las calles de San Francisco en un duelo y demostración de fuerzas de seguridad y manifestantes. Lo menos importante ha sido y es la llama olímpica que ha llegado rodeada de agentes de seguridad por las aguas de la bahía –vigilada por guarda costas en patrulleras, forabordas y motos- para encender después y de forma oficial una antorcha que debería pasearse por la ciudad en un recorrido ahora mas reducido y muy alterado –tanto que el primer relevo de los 80 que iban a llevar la antorcha- se introducía en un almacén portuario antes de volver supuestamente a las calles pero sin llegar a poder verse en ningún instante, para reaparecer después en otro lugar de la ciudad en manos de una pareja de relevistas, parados o andando incluso en algun momento en dirección contraria y acompañados siempre de policías que corren a su lado, otros motorizados y aun mas en bicicletas en medio de un extraño convoy alejado del recorrido anunciado en el todavía esperan cientos de miles de personas tras vallas metálicas que esperan desde hace horas con banderas estadounidenses, banderas chinas, banderas olímpicas, globos y pancartas, inscripciones chinas y tambien algunas en ingles pidiendo libertad para el Tibet.
VER PARA CREER
Estado Unidos ha paseado la antorcha olímpica en San francisco como si fuese un invitado ingrato, tan ingrato que una supuesta ceremonia de paz y amistad entre los pueblos se ha convertido en una procesión de seguridad, donde lo que parece importar menos es el paseo de la llama olímpica –muy recortado, alterado y mínimo- y donde lo fundamental ha sido y debería ser llegar sin sobresaltos a la Plaza Justin Herman, desde donde supuestamente la antorcha y el fuego olímpico embarcarían en dirección a Argentina. Es posible que tambien ese plan sea alterado en el último momento en aras a la seguridad. Mientras, cientos de miles de personas que han esperado con banderas, pancartas y globos detrás de vallas metálicas vivir la fiesta olímpica se han quedado con las ganas. Un extraño paseo y no por las calles de la bahía ha cumplido un tramite que tampoco ha podido evitar enfrentamientos aislados en un paseo siempre rodeado de policías a pie, en moto y muchos voluntarios en un extraño convoy en el que desde un vehículos anfibio se filmaban los relevos que raramente han hecho carrera mientras coches policías y del servicio secretos escoltaban y daban seguridad a toda la marcha.
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Estado Unidos ha paseado la antorcha olímpica en San francisco como si fuese un invitado ingrato, tan ingrato que una supuesta ceremonia de paz y amistad entre los pueblos se ha convertido en una procesión de seguridad, donde lo que parece importar menos es el paseo de la llama olímpica –muy recortado, alterado y mínimo- y donde lo fundamental ha sido y debería ser llegar sin sobresaltos a la Plaza Justin Herman, desde donde supuestamente la antorcha y el fuego olímpico embarcarían en dirección a Argentina. Es posible que tambien ese plan sea alterado en el último momento en aras a la seguridad. Mientras, cientos de miles de personas que han esperado con banderas, pancartas y globos detrás de vallas metálicas vivir la fiesta olímpica se han quedado con las ganas. Un extraño paseo y no por las calles de la bahía ha cumplido un tramite que tampoco ha podido evitar enfrentamientos aislados en un paseo siempre rodeado de policías a pie, en moto y muchos voluntarios en un extraño convoy en el que desde un vehículos anfibio se filmaban los relevos que raramente han hecho carrera mientras coches policías y del servicio secretos escoltaban y daban seguridad a toda la marcha.
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