jueves, 5 de enero de 2012

Romney, Santorum y de postre... (Publicado en ARN DIGITAL)

Saber cuánto tiempo tienen que cocer una patatas, conocer el punto exacto en el que retirar una pasta del fuego, tener la sabiduría de entender cuándo una carne guisada va a estar más tierna de lo necesario son reglas de obligado cumplimiento hasta cuando la química quiere suplantar a la cocina de nuestras abuelas... Estas ideas me vienen a la cabeza cuando pienso en la mucha atención que, de un tiempo a esta parte, reclama y se ha ganado el partido republicano de los Estados Unidos.

Está bien llevar al presidente y sus programas a la despensa de los buenos propósitos. Puede ser necesario un eterno tira y afloja para ganar votos. Hasta no viene mal que ocho simples papeletas dejen abierto un debate de futuro después de los caucus de Iowa. Todo vale, pero hasta en política, el peligro puede ser el mismo que en la cocina: debe evitarse perder el punto para que la mejor liebre no acabe convertida en gato.

El partido republicano que refundara en los años ochenta del siglo pasado Ronald Reegan se inventó una compasión a principios del XXI que acabó degenerando en las intransigencias del llamado Tea Party. Lejos de ser un bálsamo calmante, como ocurriera en aquella primera revolución del te que llevó a la independencia de Gran Bretaña, los republicanos más radicales y ultraconservadores se han hecho fuertes hoy en el Congreso de Washington. Ellos y sus circunstancias son los que van a condicionar el devenir de caucus y primarias.

El mejor ejemplo, después de los desplantes legislativos al mismísimo presidente Barack Obama, tiene forma de resultado electoral. Iowa no ha sido una anécdota, ha sido una revolución en toda regla para llamar la atención a los desencantos sin nombre propio. No hay candidato del tea party -no lo era la retirada representante Bachmann - como no hay candidato oficial del partido republicano. Esa es la cuestión, es la pregunta que forma parte de una ecuación diferente a la vivida en la reciente historia electoral de los Estados Unidos.

Hoy por hoy, los republicanos son una jaula de grillos que pueden perder las elecciones del martes seis de noviembre por falta de contención. Perder frente a Obama, a pesar de su desencanto y de su errática gestión de la crisis, será perder porque ha faltado saber quien le pone el cascabel al gato y deja que la liebre corra libre de ataduras y compromisos radicales. El Tea Party es el problema, como ahora lo puede empezar a ser el remilgado ex senador Rick Santorum y su bandera de patriota católico cargado de principios.

Siempre se ha dicho que el dinero es conservador. En solo una noche, ¨el pobre¨ Santorum que invirtió poco más de un dólar por cada uno de los voto cosechados en Iowa, se presentará el próximo martes en las primarias del estado de New Hampshire como la gran esperanza del hombre blanco. La aventura es difícil y parece ser el sueño de una noche de verano en medio del más crudo invierno. Claro que es un síntoma, todo un síntoma que hace revolver las entrañas del partido del elefante y de elefantes a prueba de bombas. El héroe John McCain acaba de anunciar su apoyo incondicional al aspirante Mitt Romney. Es un aviso, al final hasta en las mejores cocinas los guisos pueden pegarse si las atenciones se dividen.

1 comentario:

gomuka dijo...

Querido Magín: me alegra ver que no hay quien te calle la boca (te he escuchado esta mañana en RNE, 75 cumple). Y me alegraré de que estés bien y contento. Un abrazo radiofónico y fraternal.
Elvira Huelbes