A las dos y cuarto de la madrugada, las decimo primeras elecciones de la democracia habian escrutado el 100 por cien de las papelestas emitidas. Mentira, la mía todavía no está ni en la valija diplomática, pero dentro de la casi verdad la página web más visitada dentro y fuera de nuestra fronteras había escrito el misión cumplida con una velocidad de vértigo y una eficacia a prueba de sobresaltos. A las dos y cuarto, el Congreso de los Diputados de España se había dado la vuelta como un calcetín. Mejor aún, 24.590.557 votos habían decido que la crisis económica más sobrecogedora de la historia del capitalismo pasaba también por el Palacio de La Moncloa. Personalmente no me lo creo, pero los españoles somos siempre libres de pensar lo que nos da la gana. Hasta que esto nos lo debió solucionar Zapatero como ahora debería solucionarnoslo Mariano Rajoy. Creyentes hay hasta debajo de las piedras, sin necesidad de ver esos milagros que el futuro presidente del gobierno del reino de España nunca nos prometió. A mi nunca me han gustado los números, pero me encantaría que alguno de los sabios que se pasea por tertulias abriese simplemente los ojos para decir lo que ve. Sin ir más lejos, lo que debieron ver y no dijeron en los números de la noche electoral. Al final pasa lo mismo que pasa con la tan cacareada deuda nacional. Se nos va de las manos, no la deuda sino los intereses que nos obligan a pagar los mismo con los que jugamos y nos vemos como socios en los mercados. Manda huevos, que diría el jefe popular ahora encargado de gestionar la trasmisión de poderes, manda huevos saber que en Alemania pagan un 1,7 por ciento de interes por un credito mientras en España nos han llegado a pedir un 7 por ciento. Asi se las ponían a Felipe II y no precisamente será Rajoy un rey plenipotenciario. Los populares, para llegar a 186 escaños, han cosechado en el voto al Congreso 10.839.693 papeletas. No es ninguna ganga, cada sillón les ha costado 58.230 votos. Al Partido Socialista Obrero Español, un escaño le ha valido 63.399 votos. No está mal, pero seguro que alguno ha reparado que ser catalán y de Convergencia i Unio es mucho menos recomendable que ser vasco y de Amaiur. Los de Durán han pagado 63.392 votos por escaño. Los abertazales 47.662. Santo cielo como alguno se entere. Así como suena, 47.662 votos por siete diputados, porque votar en Euskadi es tan económico como pagar la deuda con los créditos que consiguen en Alemania. Y a esto hay derecho, salvo que Cayo Lara quiera montar otro 15M y cambiarnos la ley electoral. Está en su derecho, aunque mucho menos que la diputada ¨in pectore¨ Rosa Díez. Para ellos, para ella y para él, un grupo parlamentario será su premio de consolación. Pero, clarito como el agua, un escaño de la coalición Izquierda Unida-Los Verdes que lidera don Cayo ha costado 152.801 votos y otro para el partido de Rosa Diaz ha salido por 228.049 papeletas. La ley es la ley y eso que al parecer algunos han querido votar en blanco o han decidio quedarse en casa para intentar empezar a cambiarla.
domingo, 20 de noviembre de 2011
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