Tenía que ser una foto y tenía que ser en el
¨whatsapp¨ familiar. Esta mañana, cuando abría los ojos y sin mantecadas que
llevarme a la boca, ¨los mallorquinos¨
fueron toda una aparición. Otro premio, uno más,se adelantaba a los cien años
que La Mallorquina cumple en 2016. Lástima que Pepe no llegara a ver lo
que otros trataremos de que no sea un centenario que pase por alto. La
Mallorquina es tan Astorga como Pedro Mato en lo alto de su catedral. Si no existiera
habría que inventarla, pero sin Pilar y ¨Pepe Mallorquina¨ ya no sería lo mismo. Tendrán que perdonarme,
pero para mi decir La Mallorquina es decir Astorga, es como decir mantecadas. Hace muchos años, casi los mismo que yo tengo, casi los mismos que
pasaron Pepe y Pilar al frente del timón mallorquino, decir mantecadas era el obligado santo y seña para entrar o salir de la ciudad. Los últimos cien
años de la bimilenaria Astorga no se pueden escribir sin La Mallorquina. No se
pueden escribir sin Pepe, sin Pilar y hoy sin Gonzalo, sin Fernando o sin Luis.
Y sin ustedes, sin nosotros, y hasta sin los que ya se nos han ido. Ellos, desde el más allá, confirman que la vida en el cielo, sin mantecadas y sin
Astorga, no es vida. (Mama hoy Pilar no
ha tenido que meter en mi bolsa tus
bollitos de canela. Solo quiero mantecadas, ya sabes. Un beso)
jueves, 5 de febrero de 2015
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