Hace dieciocho años, pasé
trescientos sesenta y cinco días escribiendo en siete lineas lo que imaginaba
podía pasar por la cabeza de mi hija recién nacida. Guardé ese libro como quien
guarda oro en paño. Mi intención era regalarle a Enya un manual de recuerdos a
los que sumaria, como hoy, historias vividas juntos. Vida a borbotones, como
esa juventud que ahora pasea por el mundo
convertida en su propia casa. Este 29 de mayo de 2014, Enya ha terminado dando
un esquinazo a la niña que siempre pido lleve dentro. Este jueves de mayo, mes
de las flores y mes de Maria cuando yo tenía sus años, este jueves ha lanzado su primer birrete al aire. Estaba feliz
y estábamos felices. Fue solo un instante, pero en mi caso parecía toda
una vida. Lástima no poderlo compartir con los ausentes. Los que están lejos y nos esperan en un más allá
del que parecía estar prendida la
bandera de las barras y las estrellas. Enya este jueves de mayo se ha graduado con
honores en algo que en mis tiempo llamábamos bachiller. Ese día, los maestro de
siempre, los curas de sotana o los frailes con guardapolvo y babero nos anunciaban la buena nueva. Hoy señores –nos decian- se han ganado poner el don delante de sus nombre. Extraño privilegio en un país donde Franco decidía por todos y cortaba el bacalao como nadie les ha enseñado a cortarlo a los graduados estadounidenses. Esta mañana, en Washington DC, a Enya y a sus compañeros de la promoción 2014 les han hablado de libertad y de justicia, de solidaridad y de compromiso. Hay valores que por repetidos en la vieja Europa hemos preferido ignorarlos. La diferencia salta a la vista . No hay que dar por sabido lo que mañana puede y debe cambiar el mundo. Repetirlo no debería ser nunca un mensaje manido ni extraordinario. Libertad, justicia, solidaridad, compromiso. Son valores de siempre que aqui y ahora repiten por doquier al tiempo que forman parte indisoluble de un siempre criticado y cuestionado sistema educativo. En todas partes cuecen habas, dicen en mi pueblo. Puestos a elegir, me quedo este jueves de mayo mirando a los ojos de Enya. Lástima que entre idas y venidas haya acabado perdiendo el diario que te escribí hace dieciocho años. Hoy en algo más de siete lineas, en tu alegria y en tu decisión de ser cada dia mejor, acabo solo ayudándote a poner un punto y seguido. Enhorabuena, hija. Enhorabuena Enya.
siempre, los curas de sotana o los frailes con guardapolvo y babero nos anunciaban la buena nueva. Hoy señores –nos decian- se han ganado poner el don delante de sus nombre. Extraño privilegio en un país donde Franco decidía por todos y cortaba el bacalao como nadie les ha enseñado a cortarlo a los graduados estadounidenses. Esta mañana, en Washington DC, a Enya y a sus compañeros de la promoción 2014 les han hablado de libertad y de justicia, de solidaridad y de compromiso. Hay valores que por repetidos en la vieja Europa hemos preferido ignorarlos. La diferencia salta a la vista . No hay que dar por sabido lo que mañana puede y debe cambiar el mundo. Repetirlo no debería ser nunca un mensaje manido ni extraordinario. Libertad, justicia, solidaridad, compromiso. Son valores de siempre que aqui y ahora repiten por doquier al tiempo que forman parte indisoluble de un siempre criticado y cuestionado sistema educativo. En todas partes cuecen habas, dicen en mi pueblo. Puestos a elegir, me quedo este jueves de mayo mirando a los ojos de Enya. Lástima que entre idas y venidas haya acabado perdiendo el diario que te escribí hace dieciocho años. Hoy en algo más de siete lineas, en tu alegria y en tu decisión de ser cada dia mejor, acabo solo ayudándote a poner un punto y seguido. Enhorabuena, hija. Enhorabuena Enya.