viernes, 8 de marzo de 2013

ASTORGAREDACCION



      
         Hace quinientos años Ponce de León llegaba a las costas de La Florida y se convertía en uno de los primeros españoles en pasearse por lo que algunos siglos después se convirtió en tierra estadounidense. Los españoles –me apostaría sin perder nada que entre ellos algún maragato- descubrían algunos años antes esa otra maravilla del mundo llamada Cañón del Colorado.  Eran otros tiempos, aunque no tan lejanos como ese bimilenario del que tanto puede hacer gala  la muy noble, leal y benehemérita ciudad de Astorga.
   Escribir y saludar hoy la llegada de ASTORGAREDACCION desde el otro lado del charco me obliga a recordar que nunca para los maragatos hubo –ni hay-  tierra o misión desconocida.  He pasado en Washington DC los ultimos trece años de mi vida y entre muralla y muralla, entre Pedro Mato y Colasa colgada del reloj del Ayunyamiento de Astorga, he tenido la oportunidad de sorprenderme con esos miles de arrieros que  siguen vendiendo por el mundo cultura e ilusión sin necesidad de hacer sonar las castañuelas.
  Maragateria en el siglo XXI es más que una realidad que mira a futuro. Este periódico digital es la mejor prueba de ello. Mis amigos, escondidos en la RED y hasta en esas torcidas letras  rojas - (olé y felicitaciones por ese  logo)- mis amigos  tienen mucho mas brillo en la recámara que  la catedral de Astorga cuando cientos de watios la cargan de energía. Hay que tener muchos bemoles y estar sobrado de ilusion para emprender semejante aventura.  Lo más urgente pasa por ayudarles, por correr la voz todo lo que podamos, por saber que estos locos y sus sueños merecen algo más que una oportunidad. 
    Los medios de comunicación han terminado por convertirse en un lujo de esta sociedad de consumo que pasa por algo más que un virus lamentable. El papel es hoy un soporte demasiado caro al que muchos ven con los dias contados. El futuro ya no pasa solo por alimentarse de la publicidad, que también, el  futuro pasa por descubrir lo que en este país llaman Fundaciones sin fin de lucro. Locos capaces de costearse lo que vale la pena, lo que vale una ilusión que terminará convertida en lujo… Una ilusión, un lujo que hoy se llama ASTORGAREDACCION y que podemos leer –aquí o allí, en cualquier rincón del mundo, el mismo dia y a horas diferentes según el meridiano- por obra y gracia de un ordenador, una  tableta o el mismísimo teléfono movil.