Hace quinientos años Ponce de León
llegaba a las costas de La Florida y se convertía en uno de los primeros
españoles en pasearse por lo que algunos siglos después se convirtió en tierra
estadounidense. Los españoles –me apostaría sin perder nada que entre ellos
algún maragato- descubrían algunos años antes esa otra maravilla del mundo
llamada Cañón del Colorado. Eran otros
tiempos, aunque no tan lejanos como ese bimilenario del que tanto puede hacer
gala la muy noble, leal y benehemérita
ciudad de Astorga.
Escribir y saludar hoy la llegada de ASTORGAREDACCION desde el otro lado
del charco me obliga a recordar que nunca para los maragatos hubo –ni hay- tierra o misión desconocida. He pasado en Washington DC los ultimos trece
años de mi vida y entre muralla y muralla, entre Pedro Mato y Colasa colgada del
reloj del Ayunyamiento de Astorga, he tenido la oportunidad de sorprenderme con
esos miles de arrieros que siguen vendiendo
por el mundo cultura e ilusión sin necesidad de hacer sonar las castañuelas.
Maragateria en el siglo XXI es más que una realidad que mira a futuro.
Este periódico digital es la mejor prueba de ello. Mis amigos, escondidos en la
RED y hasta en esas torcidas letras
rojas - (olé y felicitaciones por ese
logo)- mis amigos tienen mucho
mas brillo en la recámara que la
catedral de Astorga cuando cientos de watios la cargan de energía. Hay que
tener muchos bemoles y estar sobrado de ilusion para emprender semejante aventura. Lo más urgente pasa por ayudarles, por correr
la voz todo lo que podamos, por saber que estos locos y sus sueños merecen algo
más que una oportunidad.
Los
medios de comunicación han terminado por convertirse en un lujo de esta sociedad
de consumo que pasa por algo más que un virus lamentable. El papel es hoy un
soporte demasiado caro al que muchos ven con los dias contados. El futuro ya no
pasa solo por alimentarse de la publicidad, que también, el futuro pasa por descubrir lo que en este país
llaman Fundaciones sin fin de lucro. Locos capaces de costearse lo que vale la
pena, lo que vale una ilusión que terminará convertida en lujo… Una ilusión, un
lujo que hoy se llama ASTORGAREDACCION y que podemos leer –aquí o allí, en
cualquier rincón del mundo, el mismo dia y a horas diferentes según el
meridiano- por obra y gracia de un ordenador, una tableta o el mismísimo teléfono movil.