Situación insostenible. Nueva Orleans esta devastada. La gobernadora de Luisiana, la señora Blanco con estas palabras, ha tirado la toalla, ha tenido que dar la orden de evacuacion total despues de plantearse con las autoridades civiles y militares el realojo urgente de cientos de miles de afectados, de ochenta mil personas que no abandonaron la ciudad a pesar de las recomendaciones de su alcalde y ahora se ahogan porque sesenta metros del dique que protegia a la ciudad del jazz del lago Portchartain se han venido abajo. Blanco lloraba por la mañana y lloraba por la noche cuando la ley marcial ponia en manos del ejecito la seguridad de una ciudad que, cubierta de agua en un ochenta por ciento, pronto sera otro pantano. La comparación con el tsunami era utilizada por la senadora de Luisiana Mary Landrieu, despues de que las televisiones siguiesen en Alabama, Mississipi y Luisiana la desesperada lucha contra reloj y contra el agua de los equipos de rescate. Mas de un centenar de victimas pueden estar bajo las aguas o entre la destrucción que sembro a su paso el huracán Katrina. Los recuentos oficales de daños se dejan para mejor ocasión, bajo la explicación de que lo urgente pasa por socorrer a las cientos de personas aisladas que piden auxilio desde azoteas y tejados semidestruidos. La ahora tormenta Katrina no ha dejado todavía de provocar el panico a su paso por los estados de Tenesse o Kentucky, e incluso entre sus vecinos, pues en Georgia y en Virginia los tornados se han cobrado al menos la vida de tres peronas y han dejado constancia de su fuerza destructora.