San Antonio, Texas, es un hervidero. Un horno en el que la temperatura ambiente –ahora por encima de los 32 grados descendera muy poco, cuando a las siete de la tarde, hora, local, -tres de la madrugada vuestra- los SPURS decidan su ultima suerte frente a los PISTONS de Detroit. La NBA ha vuelto a ganar protagonismo, jugarse una final de baloncesto a siete partidos, es algo que no habia ocurrido desde hace ahora once años. Eso es bueno pára el deporte, para la aficion y para el dólar porque aunque un partido de baloncesto se juegue en cuatro tiempos, un partido televisado en los Estados Unidos –como esta final- tendra tantos minutos muertos y a millon como la madre publicidad decida y la cadena ABC tenga a bien proponer a su audiencia. Esta noche, ya madrugada en España, los milagros de argentino Ginobili tendran para los SPURS el aplauso de cuarenta millones de hispanos, salvo ESO SI los cientos de miles de emigrantes que HAN llegado ya a ciudades como Detroit, -pegadita al lado Eire y fronteriza a Canada- y que ahora se frotan los ojos y confian en ver otra vez a Billups sumando puntos de tres en tres en la que sera la ultima noche del campeonato.