Largo me lo fiais. La bronca en el senado estadounidense sigue dando mucho que pensar, sobre todo porque hasta muy entrada la noche –madrugada en España- el Capitolio de Washington –democratas y repubublicanos- intentaban hasta con golpes en la tribuna de oradores, como los que propinaba el senador y exguerrero Jhon McCain, convercer al personal de que Jhon Bolton puede ser a fin de cuestas el embajador estadounidense que necesitan para reformar la organización de naciones unidas. Cincuenta y seis votos a cuarenta y dos fueron suficentes, a falta de sumar por lo menos los 60, fueron suficeientes para conseguir el aplazamiento del aprobado que George Bush ha pedido para el diplomatico que con mas empecinamiento y empeño quiere colocar en la ONU. Bolton es ahora una pelota en manos demócratas y lo peor es que a nadie se le olvidara ya la foto de las elecciones del 2000, donde acompaño de un juez y como delegado republicano, miraba al trasluz y en Florida las famosas papelestas mariposa con las que el Tribunal Supremo concedio a Bush la presicendia. Dicen que fue entonces, cuando Richard Cheney, hoy todavía vicepresidente, dijo aquello de a Bolton hay que darle lo que quiera.