Saul Bellow, el Nobel de Literatura del 76, era un obligado punto de referencia en la literatura estadounidense en la que compartia lugares de honor junto con su admirado William Faulkner y con nuestro mas conocido Hemingay. Bellow se ha ganado esta mañana de abril renovados reconocimientos de criticos y medios de comunicacion social que lo convierten en el novelista estadounidense mas influyente en la segunda mitad del siglo XX. Sus personajes han hecho y son historia reciente de este pais, heroes que han servido para conocer mejor lo que puede significar ser judio y ser estadounidnse… Sus protagonistas son seres humanos cargados de contradicciones como Augie March, Mouses Herzog, Eugene Henderson, Asa Leventhal. SAUL BELLOW recibe hoy el beneplácito y el agradecimiento de los estadounidense en un obituario delicado y extenso publicado por el NYT. Las pinceladas de los criticos dejan bien a la vista el carácter de un emigrante judio que pronto conquista el nuevo mundo, que convierte a CHICAGO en el centro de sus historias y en la ciudad referente, tanto como Londres pudo serlo para Dickens o Dublin para Joyce. Bellow era sutil y directo, capaz de reflejar en las excentricidades y contradicciones inteligentes de sus personajes de ficcion lo que se ha llamado la melancolia comica de unas vidas inteligentes donde nunca ha faltado la comprensión humana y el analisis sutil de las culturas. SAUL BELLOW demostro que podia hacer una excepcion con la bebida o el endiosamiento propio de los famosos de su epoca. Siguio siendo el hombre IMPREVISIBLE y hasta singular: era escritor urbano pero le encantaba pasarse horas en una granja en el estado de Vermont, podia recibir el Nobel para afirmar que el niño que llevaba dentro estaba encantado, pero el adulto escéptico y seguia escribiendo, siempre, sin olvidarse de las que luego eran sus pasiones o habilidades -sus profesiones de corazon- violinista, cocinero, jardinero, deportista y un hombre incansable en el amor. Cinco matrimonios, cuatro hijos, el ultimo una niña que venia al mundo en el dos mil, cuando BELLOW habia cumplido 82 años, y seguia leyendo, como cuando era niño, La cabaña del Tio Tom, el Viejo Testamento, autores rusos del siglo XIX, Proust o Flaubert.