Hace años
llamábamos “retrógrados” a las personas que se quedaban ancladas en el pasado.
La condición no la daba la edad, ni el sexo ni tan siquiera la situación
económica. Llamábamos retrógrados a
quienes no comprendían que el mundo giraba y daba vuelta más deprisa. A esas
muchas gentes que añoraban el ayer porque simplemente huían de las ideas del
presente.
BOB DYLAN, LO MEJOR (pinchar para oir y ver)
Eran retrógrados los fascistas, los que
llevaban bigote como aquel dictador que acabó con su propia vida para no tener
que enfrentarse a sus propios actos.
Retrógrados las gentes de la derecha que no entendían como un porro hacía más
libres y Marx ayudaba a pintar el arco iris del futuro. Eran retrógrados los que
no estaban en la movida y creían que en un cercano mañana las calles serían
verdes y los árboles encarnados.
Esta jueves de octubre, sin haber pasado
tanto tiempo y mirándome al ombligo, Bob
Dylan y los muy ilustres académicos suecos me han hecho finalmente sentirme retrógrado.
Es verdad que llevo algunos años deambulando por los sinuosos caminos de la
interpretación humana. Trato de mirarme por dentro y cada vez me voy gustando
menos. Cada vez me parezco más a lo que siempre he detestado aunque soy
consciente de no ser igualito por fortuna.
Bob Dylan
es hoy el flamante premio Nobel de Literatura 2016. Así como suena. Nobel de
Literatura por la mucha poesía que siempre destilan sus composiciones musicales
con las que ha tratado de arreglar el mundo. Así entendido, su producción literaria es
inmensa y su obra se remonta al siglo pasado cuando “silbaban las balas”,
lloraban los niños, morían de hambre los desheredados y muchas soluciones las
llevaba “el viento”.
Lástima. Algo de todo eso me ha pasado hoy a mí en un abrir y cerrar de ojos. Cierto es
que la procesión ya iba por dentro. Había notado que mi antídoto contra el
peligro que entraña anclarse en el pasado era menos eficaz. Empecé a notarlo ese día que me
jubilaron y me animaron a reinventarme. Si, hombre, con cincuenta y pocos años uno
está en la flor de la vida para empezar de nuevo. Usted ha estado confundido.
Sabe escribir, pues haga música. Sabe dar conciertos, venda casas. Ha estado en un banco, hágase entonces
emprendedor...
Los suecos nos han venido esta mañana a dar
la razón. Estábamos equivocados, han estado equivocados los cientos de
académicos que en el mundo son si todavía no han entendido que casi todo gira del revés. Que un literato es el que
escribe obras de arte musicales, que un compositor es el cocinero que acierta
en su sinfonía de sabores, que un payaso es quien puede estar corriendo por
alcanzar la presidencia de los Estados Unidos. Eso es no ser retrógrado: es
solo entender el presente. Y estar satisfechos con el futuro que viene. No
plantearse demasiados interrogantes porque - hoy como ayer- las soluciones las lleva el viento. Y en caso
de duda, las resuelven de un plumazo los académicos suecos.
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